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La vida que se acerca a tu puerta

Es una de los símbolos de esta época: la vida se acerca a tu puerta, como si ya no hiciese falta salir en su búsqueda. Las pantallas brillan con la promesa de lo inmediato, nos encontramos en un tiempo en que todo parece estar al alcance de la mano. La comida llega a nuestra puerta con un simple toque en la pantalla, las citas se gestionan a través de aplicaciones que prometen amor en un clic, y el cine y el fútbol se despliegan ante nosotros en la comodidad de nuestro hogar. Pero, ¿qué significa realmente tener todo al alcance de la mano?

No hay necesidad de salir a la caza y captura de las necesidades de los deseos. En esta era de conveniencia, también hay un precio que pagar. La inmediatez se ha convertido en un mantra, y en su búsqueda, hemos olvidado el arte de la espera, el valor de la paciencia. La comida que llega a nuestra puerta, cocinada por manos anónimas, nos aleja de la conexión con el proceso, con el ritual de preparar y compartir. Nos hemos convertido en consumidores voraces, devorando lo que nos ofrecen sin cuestionar de dónde viene o cómo ha llegado hasta nosotros. Las aplicaciones de citas, por su parte, nos prometen un amor instantáneo, pero a menudo nos dejan con un vacío difícil ded llenar. En lugar de encuentros fortuitos en cafés o parques, ahora deslizamos el dedo en busca de una conexión que, en muchos casos, se queda en la superficie.

La experiencia del cine y el fútbol se ha reducido a un sofá y un control remoto. La emoción de compartir un grito de gol o una carcajada en la oscuridad del cine se ha diluido en la soledad de nuestras salas de estar. La comunidad se ha fragmentado, y en su lugar, nos encontramos rodeados de pantallas que nos conectan, pero que también nos aíslan. La app del taxi es el enésimo servicio que nos paraliza.

Y mientras tanto, entre tanto confort, se pierde la idea de que la verdadera riqueza no se encuentra en la inmediatez, sino en la profundidad de nuestras experiencias. La vida no es solo un menú de opciones, sino un viaje lleno de matices, de encuentros y desencuentros, de sabores y aromas que nos conectan con nuestra humanidad.

Porque vivimos cuando aún no era así, sabemos que la vida es un banquete a compartir con los demás. En un mundo donde todo parece estar al alcance de la mano, recordemos que lo más valioso a menudo requiere un poco más de tiempo y dedicación.