CON su habitual voz de trueno que desata tormentas, Eduardo Galeano fue tajante en su apreciación. “Hay que pelear por un mundo que sea la casa de todos y no la casa de poquitos y el infierno de la mayoría”, dijo. ¿Cómo va a ser la casa de todos si ni siquiera todos tenemos casa?, se preguntarán aquellos que viven a cielo abierto, sin techo que les haga la cobertura; aquellos que viven a expensas. ¿A expensas de qué?, pregunta una voz curiosa. A la espera de que la vida, tan hija de puta en ocasiones, les dibuje una media sonrisa, les haga un huequecito para acomodarse.

Mientras uno constata esta vieja realidad el Ayuntamiento de Bilbao ejerce de Sherlock Holmes, dale que te pego al magín, buscando pisos deshabitados –algo demasiado habitual, me temo...– que puedan dedicarse al alquiler social. Que ofrezcan, más que equis metros cuadrados, una oportunidad.

El Ayuntamiento acaba de presentar su Plan Estratégico de Vivienda para 2024-2025 en el que prevé la construcción de 200 nuevos pisos con una inversión de 25 millones de euros, así que no solo pide que se activen los pisos dormidos sino que pretende dar a luz a nuevas viviendas. Hay que desearles un parto feliz. Hay hambre de vivienda si se miran los números. No por nada Etxebida cuenta con 28.600 personas inscritas en pos de una vivienda asequible. Es un 30% más de los buscadores del oro de la vivienda que se lanzaron a los yacimientos el pasado año. No se trata de una defensa ciega de la gente sin recursos. No por nada, la concejala Yolanda Díez recordó que “puede haber jóvenes con rentas de 35.000 euros, un sueldo razonable, pero que no llega para poder emanciparse”. Es cierto. Y la prueba fehaciente de que la clase media ya no es personal, sino bisalarial, vamos que necesitas dos sueldos para abrochar una vida.