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El sacacorchos

Jon Mujika

La defensa de los viejos tiempos

He aquí la defensa de los viejos tiempos, cuando el Bilbao de más edad, ese que cruza por el Casco Viejo, Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala sobrevivía con soltura entre comercios de cercanía donde se vendían productos con personalidad propia y una clientela que apreciaba un género propio de la ciudad, material que distinguía a la villa. Poco a poco fueron llegando las grandes superficies y el galope del bárbaro Atila fue haciéndose con un comercio de comodidad, más rápido que de calidad.

Han vivido esa defunción de las lonjas cercanas los comerciantes de toda la vida, hombres y mujeres que aportan a la ciudad, a sus barrios, un carácter propio y singular. Son los hombres y mujeres que sujetan en pie el comercio de proximidad: los que te llaman por tu nombre, saben lo que quieres, te cogen o guardan recados, te permiten pagar un par de días más tarde. Son los hombres y mujeres que parecen casi de tu familia: un pariente lejano al que aprecias una barbaridad. Son los hombres y mujeres a los que colocamos en primera línea de fuego frente a las multinacionales y grandes superficies y de los que la ciudad debiera sentirse orgullosa.

Pero la realidad no es esa. La verdad es que las pequeñas lonjas, habilitadas para el día a día, no encuentran una salida. Uno diría que las compras del día, de la semana o del mes se han convertido casi en un castigo, una penitencia que la gente salva entre las grandes superficies o el comercio on line, algo que provoca el cierre de las persianas de las lonjas más pequeñas, donde antaño se vendían productos al detalle y personalizados y hoy el pueblo considera una pérdida de tiempo, por desgracia. Al comercio local se le conoce, en el lenguaje moderno, como comercio de proximidad. Leído así, uno tiene la sensación de que aparece en escena un comercio que te besa y acaricia, algo íntimo. ¿Hay comercio en el futuro local?, esa es la pregunta. La respuesta no está nada clara, por mucho que el Ayuntamiento haya emprendido una operación de rescate para las pequeñas lonjas. Según dictaminan los análisis al microscopio de los estudiosos, el comercio minorista tiene dos salidas: la diferencia y el precio. Y en este segundo caso, competir con las grandes multinacionales es una batalla perdida. La situación, por tanto, es de compleja resolución pero Bilbao se defiende con uñas y dientes para no perder su carácter.