LA nueva vida, tan distinta, qué se yo, a la de hace una década, también puede ser suculenta. Por ejemplo, ¿cuántos años de retraso llevamos para descubrir que la sencillez de un bocadillo puede militar en las Ligas Mayores de los bocados gourmet? Es lapenúltima propuesta de Fernando Canales, quien se ha lanzado a la aventura entre pan y pan. Les hablo de Bokat, la nueva propuesta de bocadillos gourmet capitaneada por el vanguardista chef. Presentó la idea en una Design Week, en la que hace unos días ofreció un showcooking, advirtiendo, eso sí, que se trata de un establecimiento de take away.

Así es la nueva apuesta de Fernando Canales en Bilbao: bocatas de medio kilo con salsas de alta cocina

Así es la nueva apuesta de Fernando Canales en Bilbao: bocatas de medio kilo con salsas de alta cocina Oskar M. Bernal

Les hablaba de una mirada moderna pero algo de lo que les he relatado me suena de la infancia. Recuerdo los partidos de verano a media tarde en los que me asomaba a la ventana, cogía un bocadillo de chocolate (pura delicatessen...) y me lo llevaba (take away) para disfrutar de una merienda atlética, con las manos sucias y el rostro sudoroso tras un balón y entre amigos. No recuerdo bocados más apetitosos a lo largo de mi vida. ¿Habrá vivido Fernando días así? Supongo que sí. Y quizás por eso se ha lanzado a la recreación de las meriendas de entonces.

Habla mi evocación, claro, mi recuerdo. Porque Fernando lo explica de otra manera, casi como si fuese un científico de última generación. “Hemos estado cinco meses en una cocina de I+D para intentar desarrollar bocatas de diferentes sabores que entusiasmen” asegura Canales. El hombre de hoy, aún con dificulatades, logra entenderlo a duras penas. ¿Cinco meses para un bocadillo que entusiasme? El niño de ayer no lo entiende ni a la de tres. El bocadillo de la infancia, estarán conmigo, es insuperable, imbatible. Fernando ahora nos propone que seamos los adultos quienes caigamos en la red de los bocadillos. Es posible que lo logre porque los bocatas tienen un pintón de aupa. Pero aquel mordisco seguido del barrenazo es inmortal.