MUCHOS de ustedes lo han vivido de primera mano y, por lo general, es un pequeño pandemonio, un pequeño reino de ruido y confusión hasta que, poco a poco, se despeja el panorama. Y si en un puñado de metros cuadrados se puede levantar la zapatiesta, ni qué decir tiene lo que puede suceder en un puñado de kilómetros. Eso sí, es de suponer que si a uno se le dibuja una sonrisa de satisfacción cuando está hecha la nueva cocina, están pintadas las paredes o instalada la librería, qué no ocurrirá cuando lo que se finaliza es un túnel, la eficiencia energética de toda la escalera o la imagen renovada de tu barrio. Para morirse del gusto, supongo.

Todo ello, lo menudo y lo mayor, requieren, eso sí, de un presupuesto que permita cerrar las cosas como la realidad manda. Las obras, como les dije, son peliagudas y pegajosas, pero es que además cuadrar los presupuestos para las mismas conlleva un quebradero de cabeza, Así que si ustedes se detienen en las informaciones que rodean a esta pequeña reflexión, se habrán dado cuenta. Es posible que hayan brindado con champán, ahora que está tan a mano en estas fechas.

Todos estos empeños –túneles bajo la ría, rehabilitaciones energéticas, planes urbanísticos trazados al milímetro...– son tareas de compleja resolución por su dificultad. Y eso puede provocar cierto recelo. Como diría Eduardo Galeano, aquel uruguayo clarividente, hay que superar esa barrera. “Creo que hay que pelear contra el miedo, que se debe asumir que la vida es peligrosa y que eso es lo bueno que la vida tiene para que no se convierta en un mortal aburrimiento”. ¡Cómo pensaba este hombre!

Toda intervención que implique la modificación de la estructura de la vivienda, una alteración de su distribución o de su superficie, requiere de una licencia de obra mayor. Eso bien lo saben los gremios que trabajan en este campo. ¿Qué licencias serán necesarias para emprender la transformación de una ciudad? Lo desconozco. Lo que sí sé es que si no son capaces de alcanzar un acuerdo cinco en una escalera para los marcos de las ventanas de fachada al exterior, será no sé cuánto de complicado alcanzar una mayoría en el pueblo que permita reformas de mayor calado. La ventaja, supongo, es que no exige unanimidad sino mayoría. Vemos cómo va entrando el dinero, hará sólo falta que salga con fluidez y pericia en su uso. Si se logra sonreiremos todos.