EL síndrome del túnel carpiano es temido porque trae consigo dolores de incapacidad y el túnel del viento es apreciado como ningún otro ya que su utilidad permite avances morrocotudos en distintos campos de la investigación y una sensación única de vuelo en los campos del divertimento. Hay otras modalidades, cómo no. Los lúgubres túneles y pasadizos de una mina; los que excavan los ladrones ingenieros para llegar al corazón de la caja de caudales de un banco, pongamos por caso o los túneles de fuga que usaba Al Capone para salir de un acecho, que usó el Chapo Guzmán para salir de prisión y que utilizan el cine y la literatura para contar una historia de evasiones. Incluso el escritor Ernesto Sábato firmó una novela titulada El túnel.

He dejado sin citar los clásicos túneles que edifican los ingenieros para darles su protagonismo. Un túnel no es mas que una vía de comunicación de manera subterránea o subacuática utilizada para el transito de automóviles. En algunas ciudades se utilizan como uso exclusivo para trenes, otros transportan aguas, gases y hasta petróleo. Una de esas modalidades, el túnel submarino (subfluvial, para ser más precisos en la descripción..), será la que utilice Bizkaia para unir, bajo las aguas, la rotonda de Artaza con Ballonti, allá en Portugalete, atravesando la ría. Puede decirse, si me permiten la broma, que se trata de una fuga de los atascos.

No es una obra cualquiera. Para Bizkaia, sin dudarlo, aparece como una de las siete maravillas del territorio, al menos en las tierras de la movilidad. El hecho de que el Banco Europeo de Inversiones ofrezca su apoyo económico a las obras del túnel bajo la ría dice mucho a favor del proyecto, sobre todo visto como anda el mundo. No parecen días para que se repartan dividendos en tierras de paz. Algo han hecho bien.