El nuevo Colegio de Comisarios de la Comisión Europea, liderado de nuevo por Ursula von der Leyen, comenzará sus funciones el 1 de diciembre de 2024. Un equipo que se caracteriza por una composición diversa que incluye representantes de los 27 Estados miembros y a cinco familias políticas de la Unión Europea (UE) –populares, socialistas, liberales y los dos grupos de extrema derecha–. Sin duda, entre las figuras destacadas está la socialista Teresa Ribera, exministra española de Transición Ecológica, quien ha sido nombrada vicepresidenta ejecutiva para una “Transición Limpia, Justa y Competitiva” y responsable de Competencia.
Su nombramiento refuerza el enfoque en sostenibilidad y justicia económica para el próximo mandato. Pero, en ese juego de difíciles equilibrios que ha realizado la jefa de Bruselas, tanto Raffaele Fitto, hasta ahora ministro de Asuntos Exteriores de Meloni, que será vicepresidente de Cohesión y Reformas, como Olivér Várhelyi, propuesto por el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, para repetir mandato como comisario, en esta ocasión en el departamento de Salud y Seguridad Animal, representan los rostros más reaccionarios y eurófobos de esta nueva Comisión.
Mayoría aplastante popular
El equipo incluye 26 comisarios, aunque la representación femenina se mantiene en un 40%, por debajo de la paridad deseada. El Partido Popular Europeo (PPE) es el grupo político más representado en el Colegio, con 15 miembros, contando con la presidenta; Socialistas y Demócratas (S&D), tiene 4 miembros; Renew Europe (Liberales) 5; mientras que los dos grupos de extrema derecha, los Reformistas y Conservadores y Patriotas por Europa, cuenta con un comisario cada uno y un independiente.
La composición refleja un intento de equilibrio entre los principales partidos del Parlamento Europeo, como el PPE, S&D y Renew Europe, que representan diferentes ideologías dentro del marco de la integración europea. Sin embargo, también hay diversidad de representantes de países y regiones, lo que asegura un enfoque más inclusivo en las decisiones de la UE.
Programa de la comisión
El programa de la nueva Comisión se centrará en la “Brújula para la competitividad”, que busca cerrar brechas de innovación frente a potencias como Estados Unidos y China, impulsar la descarbonización y reforzar la seguridad dentro de la UE.
Las tareas estratégicas serán la Transición Verde y Tecnológica: continuará impulsando el Pacto Verde Europeo, con énfasis en energías renovables, economía circular y descarbonización de sectores industriales clave. Competitividad Económica: se potenciarán los Proyectos Importantes de Interés Común Europeos (IPCEI) para fomentar la innovación en áreas como baterías y microelectrónica. Justicia Social y Vivienda: por primera vez, un comisario se encargará de la problemática de la vivienda, junto con políticas energéticas integradas para garantizar condiciones justas y sostenibles. Refuerzo de Defensa y Migración: se introducirá una nueva cartera dedicada a defensa y espacio, mientras que se profundizarán los pactos con países mediterráneos para gestionar mejor los flujos migratorios y la cooperación regional. Promoción de Innovaciones Disruptivas: habrá medidas específicas para facilitar el acceso a financiación.
Fragmentación
El principal problema que va a tener que acometer el nuevo equipo Von der Leyen es lidiar con un Parlamento Europeo más fragmentado, con las mayorías tradicionales de populares, socialistas y liberales haciendo aguas ante el auge de la extrema derecha. La mejor prueba de ello ha sido el resultado de la votación de la nueva Comisión, que solo ha alcanzado el 51% de la Eurocámara, 370 votos a favor y 282 en contra, mientras que hace cinco años la primera Comisión Von der Leyen salió adelante con diez puntos más, el 61%, 461 votos a favor y 157 en contra. Componer un equipo de gobierno con diversidad territorial e ideológica es una cosa y otra muy distinta sacar adelante legislación y medidas para hacer frente a los grandes retos de la UE sin mayorías europeístas claras. Con unos jefes de Gobierno divididos y un Parlamento fragmentado, la Von der Leyen II tendrá que tirar de muchos conejos de la chistera para evitar que el proyecto europeo no entre en el mar de los sargazos.