después del multitudinario espaldarazo popular a las reivindicaciones feministas del pasado 8-M, las voces vituperadoras que desde nostálgicos del machismo en estado puro y duro escuchamos a nuestra espalda me traen a la cabeza la certeza de que avanzamos, porque precisamente quienes azuzan a sus perros van tras nosotras. No les debe gustar nada que las mujeres reclamemos los mismos derechos y oportunidades que los hombres, tal vez porque el cambio de paradigma que ello supone les pille con el pie social cambiado. Se afanan en presentar al feminismo como antónimo indeseable del machismo sin tan siquiera acudir al diccionario; olvidan adrede que el feminismo reclama igualdad de derechos de mujeres y hombres frente a la actitud sexista del machismo que pregona la prepotencia de los varones respecto de las mujeres. Casualmente son los mismos que tachan al feminismo de movimiento político? ante lo que me pregunto si es posible que una revolución como es el feminismo pueda no ser algo político. Movimiento político sí, pero no necesariamente partidista.

Pero quienes así claman por recortar lo conseguido en derechos por las mujeres no son el único obstáculo y freno a la plena implementación de la igualdad en la vida cotidiana. Cada uno/a debe poner su granito de arena, porque el 8-M debiera ser 365 días al año; existe una ley contra la violencia de género pero los abusos y agresiones hasta el asesinato continúa campando contra nosotras y denunciarlo es un tarea ardua; en el ámbito familiar la conciliación es mínima y el rol cuidador/a sigue conjugándose preponderantemente en femenino; el embarazo y cuidado de los hijos frenan la carrera de la mujer; laboralmente soportamos el suelo de barro y el techo de cristal donde el trabajo precario, el menor salario a igual trabajo y el mayor paro tienen rostro de mujer, como hace poco Bruselas ha recordado que sucede en España; la mayoría de los empleos peor pagados están feminizados; la pobreza y la exclusión social tienen rostro de mujer y ella sigue siendo mayoritariamente la víctima de la explotación sexual, la prostitución y la trata.

La lista es larga, de modo que la lucha por la igualdad debe ir más allá del 8-M, porque aún hay quien es capaz de negar que los derechos de las mujeres sean derechos humanos. O los defiende solo de boquilla y no ponen ningún ladrillo constructivo por una sociedad de igualdad de oportunidades.

Percibo miedo y hasta cierto pánico en quienes niegan el pan y la sal al feminismo, porque en el fondo es una revolución que dinamita y pone patas arriba el statu quo del sistema machista actual, vigente en la mayoría de los países desde tiempo inmemorial. Por poner solo un ejemplo, ¿se imaginan que las mujeres que hacen “sus labores” en casa fueran consideradas trabajadoras y tuvieran asignado un sueldo cotizando por él? Seguramente el sistema actual colapsaría, pero no por el feminismo, sino porque quienes montaron la estructura de esta sociedad no contaron con las mujeres más allá de como procreadoras y cuidadoras. Por eso ladran, porque avanzamos.