el Sudán actual es la versión política del cuento del aprendiz de brujo: la soldadesca llamada años ha por las autoridades de Jartum para amedrentar a los disidentes de provincias -en especial, los de Darfur- aterroriza ahora a todo Sudán y con la máxima saña a la misma capital.

En realidad, los problemas de Sudán en Darfur tienen un largo historial (el territorio fue incluso un sultanato independiente -siglos XVII al XIX- antes de ser anexionado por Egipto, país al que pertenecía también Sudán como provincia) que puede resumirse en tres palabras: pobreza, xenofobia y tribalismo.

La pobreza es de siempre, pero con la evolución climática se ha agravado enormemente. A ella se ha sumado el problema eterno de Sudán: el de ser un país de negros animistas (su nombres histórico de Beled as Sudan significa país de negros) dominado por árabes musulmanes. Estos tienen el poder político en toda la República, pero en Darfur el conflicto se encrespa porque allí los negros son agricultores y los árabes, ganaderos nómadas. Al conflicto de razas se suma allá el de intereses. Por último, la estructura social en Darfur es eminentemente tribal.

La triple tensión estalló en el año 2003 con el alzamiento negro (Ejército Sudanés de Liberación). El entonces máximo dirigente del país, Bashir, echó mano de milicias paramilitares para sofocar la rebelión: los ‘yanyavid’, integradas mayoritariamente por tribus árabes y mercenarios de todas partes.

Durante diez años la operación funcionó a gusto de Bashir. Los yanyavid asolaban, robaban y mataban sin cortapisas del Ejército (se habla de 300.000 personas asesinadas) pero en Darfur no prosperaba ningún movimiento antigubernamental.

La situación cambió totalmente cuando el poderío de Bashir entró en declive y uno de los jefes de los yanyavid -Mohamed Hamdan Daglo, nacido en Darfur- le traicionó. Daglo rebautizó en el año 2013 a los yanyavid en Fuerzas Rápidas de Apoyo y se fue rápidamente con ellas sobre Jartum para aportar sus propias aspiraciones de poder.

Milicias aguerridas (cerca de 50.000 hombres), autofinanciadas con los robos y saqueos, y envalentonadas por la ineficiencia de sus rivales, los hombres de Daglo repiten en Jartum, a gran escala, los desmanes de Darfur. Pero ahora con un botín principal: ya forman parte de las fuerzas de la Junta que gobierna el país. Su superioridad militar es tal que hoy en día se considera en Sudán que el hombre fuerte de la Junta es precisamente Mohamed Hamdan Daglo.