AN y fiestas mantienen al pueblo quieto dijo, siglos atrás, Lorenzo de Medici para que el gobierno conociese la mejor manera de control de la gente, que ahora vuelve a vivir un ajuste entre las ofertas del gobierno y la petición del pueblo. En las antípodas de las vanguardias herméticas y elitistas, la cultura de masas quiere ofrecer novedades accesibles para el público más amplio posible y que distraigan a la mayor cantidad posible de consumidores. Su intención es divertir y dar placer, posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos. Lo que inventan las industrias culturales no es más que una cultura transformada en artículos de consumo de masas que es lo que pesa para la gente del aquí te pillo a aquí te mato que encuentra la distracción en el primer punto de distracción de las barracas que llenan el estómago de la diversiones que buscan un punto de distracción.

Lograr que Aste Nagusia sea un espacio cada vez más inclusivo, en el que todas las personas puedan disfrutar de la diversión, la alegría y la ilusión de esos días de fiesta tan especiales para Bilbao en Aste Nagusia es uno de los objetivos de este año donde las barracas resucitan. Su aparición, los primeros vueltos en el tiovivo, explicado así, en toda su extensión, siempre resultan amenas. Las cosas siempre se pueden mejorar, hacerlas divertidas.

Es cierto que la diversión puede ser el postre de nuestras vidas, pero nunca su plato principal. Hay mucho de verdad en ese pensamiento, por mucho que nos sacie de aburrimiento en esos momentos de giros y vuelos, de churros y tropezones. Con el culto al bienestar, a la diversión, a la felicidad aquí y ahora, triunfa un ideal de vida ligero, hedonista y lúdico, es justo y necesario tras tanto tiempo de ausencias. La aparición de las nuevas barracas son diversión en mayúsculas.