L paso del tiempo, como la llegada de las olas a la orilla de las costas, borró sus huellas. Conviene recordar que Galletas Artiach fue una de las fábricas que mayor impronta dejaron en el paisaje físico y social del bilbaino barrio de Zorrotzaurre, donde las mujeres jugaron un papel esencial a la hora de la elaboración de los apreciados dulces. Fue aquella una tierra dura, máxime en tiempos de despegue. Y contra la corriente imperante en la época, las mujeres jugaron papeles esenciales en la zona. Las esforzadas sirgueras, aquellas otras que se quemaban las manos con la sal en las bacaladeras o las que se dejaban la vista en las fábricas de yute, trenzando el cáñamo o cosiendo velas y en otras tantas industrias auxiliares de la actividad naval. Sin embargo, y pese a su importancia, esta historia resulta hoy desconocida, sepultada. Sus esfuerzos se los llevó la ola del tiempo.

En el libro Las galleteras de Deusto hablan las galleteras del aprendizaje de un oficio, de las relaciones con las máquinas, de los jornales y de la doble jornada (si tengo que explicarles cuál, es que andan un punto despistados...) de la presencia o ausencia de hombres en el mismo espacio, de la competitividad entre géneros, de las relaciones con los superiores y con los compañeros. Lo han hecho desde la tradición oral para que no se difumine su memoria.

Galleteras, Sabina de la Cruz, Puente San Ignacio y Paseo del Canal son las denominaciones que darán nombre a cuatro de los futuros viales de Zorrotzaurre y que han sido propuestas por los propios vecinos de Deusto. El primero nombrará la principal avenida que recorrerá de norte a sur la isla y honrará a las trabajadoras de la antigua fábrica Artiach que se instaló en aquellos lares tras el incendio de Cantarranas. Es un guiño, un gesto homenaje para aquellas mujeres que se ganaron el pan con el sudor de su frente, junto a la ría.