ECUERDAN el viejo tango que cantaba Carlos Gardel, ¿verdad? Y todo a media luz/ Que es un brujo el amor/ A media luz los besos/ A media luz los dos. Lo traigo a esa columna, habida cuenta que la mejora de las noticias nos deja a medio gas. Vamos, que lo mismo nos quedamos sin Noche Blanca pero sí que habrá diversas actividades artísticas en la calle que nos distraigan en torno a mediados de junio, y lo mismo se resucitarán los udalekus que habrá controles diarios para evitar que la pandemia se desparrame. Digamos que hemos puesto rumbo hacia la antigua normalidad pero que aún andamos a mitad de camino. El problema, para según quiénes, radica en que llegar al nuevo mundo requiere paciencia y eso escasea.

No hay que perder los nervios, algo complicado cuando a uno se lo piden una y otra vez porque es, tengámoslo claro, la mejor de las salidas. Tener paciencia significa ser capaz de mantener la calma, incluso cuando estás esperando desde mucho tiempo y estás tratando con algo extremadamente lento, o cuando se trata de enseñar a alguien cómo hacer algo y esa persona no entiende nada. Se trata de la aceptación y de la tolerancia, y por lo general es más fácil tenerla cuando ves la luz al final del túnel. ¿Ha llegado ese tiempo? Es difícil saberlo. Hay que esperar un poco más.

Recordemos a Homero en la Iliada cuando describe esta realidad. Nada cría la tierra más endeble que el hombre de cuantos seres respiran y caminan por ella. Mientras los dioses le prestan virtud y sus rodillas son ágiles, cree que nunca en el futuro va a recibir desgracias; pero cuando los dioses felices le otorgan miserias, incluso éstas tiene que soportarlas con ánimo paciente contra su voluntad. Eso es justo lo que nos hace falta en estos días, el ánimo paciente. La felicidad nos espera a la vuelta de la esquina.