CUALQUIER sociedad que renuncie a un poco de libertad para ganar un poco de seguridad, no merecen ninguna de las dos cosas, dijo Benjamin Franklin. Eran otros tiempos, ya lo sé. Más duros, tal vez. No se trata de entrar en un juego de renuncias ni ganancias sino de buscar un punto de equilibrio para aferrarse al virgencita, virgencita para que la calle se quede como está cuando no hay peligros.

Las 35 medidas propuestas y el despliegue de una policía de proximidad forman parte del plan diseñado hace un par de años ya para hacer de la calle un lugar seguro que no siempre lo es, digan lo que digan las estadísticas. De la unión nace la fuerza, dicen. Una fuerza moral y física necesaria para evitar a los golfos apandadores que merodean en pos de la oportunidad de hacer el mal. Por eso el Pacto de Seguridad sigue adelante. Porque cuando las ideas confluyen en un mismo destino, no hay siglas que las deshagan.