NADIE en su sano juicio rechaza una ayuda efectiva en momentos de dificultad. Así que no soy de los que descartan contar con un amplio colectivo humano cuando lo que hagan falta sean brazos. Pero tampoco me convence llenar de gente la calle solo porque están ahí, para que se les vea. Estos días se debate si es preciso que la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ejército español se despliegue en Euskadi a combatir el coronavirus. A tiros, no. Desconozco la formación castrense necesaria para ser aplicada a tan etérea batalla pero me maravilla ese halo de equipo Vengadores que hay quien les quiere dar. La UME vale lo mismo para combatir un incendio que para navegar una inundación. Algunos los querían tirando de pico y pala en el vertedero de Zaldibar y ahora los quieren fregando los aeropuertos vascos y montando catres bajo la denominación de "Hospital militar". De momento, lo que se les ha visto hacer no requiere una especialización excesiva ni una táctica coordinada de asalto paracaidista. Lo suyo lo hacen aquí las brigadas municipales de limpieza cada día en Aste Nagusia sin tanta literatura. Creo que, si llegan a hacer falta cinco mil mocetones para -pongamos el caso- cargar suministros, bienvenidos serán. Mientras, mejor que no recorran la piel de toro no sea que paseen al virus de una punta a otra.