LANZADA la campaña electoral -desde hace meses, la verdad- surge la pregunta del millón: ¿se va a echar en falta mi voto si no acudo el día 10? La respuesta ortodoxa habla del deber cívico y el compromiso con la democracia. El problema es que los partidos llamados a gobernar en el Estado han acreditado que no están a la altura de ese compromiso que se demanda a la ciudadanía. Seamos prácticos. ¿Qué puede llevar a las urnas a un votante vasco en términos de voto útil? Ahí van algunos argumentos. Uno puede elegir entre partidos de obediencia española o de ámbito vasco. Los primeros no llevan agenda propia, está más que claro; los segundos tampoco van a gobernar pero las encuestas dicen que serán las bisagras entre los bloques de una derecha recesiva que se agrupa cuando los números les dan y una izquierda dividida con más complejos que vergüenza. Cuanto más fuerte la bisagra, más opción de meter en su agenda la de Euskadi. ¿Es la agenda de Euskadi la misma que Catalunya? Ni por asomo parece que haya motivos para envidiar esa situación, mucho menos para supeditar las prioridades propias a esa pauta de conflicto. Lo que no quita que la bisagra pueda frenar el portazo o el desencaje de la puerta. El reparto de escaños que anticipan las encuestas convierte en voto útil el último acta de diputado por territorio vasco. Ahí están en disputa PNV, PP y EH Bildu. El resto difícilmente van a rentabilizar o echar en falta al indeciso. El votante, en su libertad, decidirá si cualquiera de ellos merece más que la última vez: PP para sumar a Casado, PNV para influir en la agenda de autogobierno y políticas económicas o EH Bildu para apoyar a ERC. Todo es legítimo.