No hace mucho escribí un artículo denunciando la invasión cultural -y al ser invasión, inaceptable- de conceptos, hábitos y medios marketinianos de origen anglosajón.

Estamos en las fechas de algo llamado Halloween, y ya llevamos varios días con el bombardeo indigesto de mensajes sobre ello. Si además añadimos todo lo relativo al denominado Black Friday, llegamos a la tormenta de imbecilidad completa.

Supongamos por un momento que cambiamos los papeles y que somos nosotros, desde la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), desde Donostia u otra localidad, quienes ejerciéramos una influencia, llamémosle cultural, sobre el país líder de Occidente, los USA, y que exportamos la feria, fiesta, de Santo Tomás. ¿Se hacen una idea de lo que supondría contemplar por televisión, en directo, sin plataforma que valga, la figura de Donald Trump, en su época actual, contándole a la cerda de turno, Txukun -suponiendo que así se llamara la correspondiente al sorteo del año en cuestión- sus ideas sobre el futuro geopolítico del mundo? Pobre animal, obviamente, me refiero a Txukun.

Prosigamos. La cara de estupefacción de la cerda, que es un cuadrúpedo listo, estaría motivada, al parecer, por las explicaciones que nuestro imaginario delegado cultural -txapela incluida- le está transmitiendo acerca de la situación geopolítica. La cual podemos definir de compleja y complicada, entre otras cosas, simplificando la misma sin perder un ápice de rigor.

De una parte, por la existencia de un shock geopolítico con dos conflictos armados: Ucrania y Gaza, mejor, Oriente Medio que provocan consecuencias que hipotecan el presente, pero también el futuro, a través del impacto económico derivado y consistente en un incremento considerable y generalizado de los costes de los alimentos y las materias primas, así como una importante escasez de algunos de ellos, como, por ejemplo, el trigo y fertilizantes, entre otros.

A ello tenemos que incluir el incontrolado incremento de los costes logísticos, en general, destacando los relativos al transporte, los midamos en tiempo de las singladuras o en dinero, dado el uso intensivo de las rutas marinas, del espacio aéreo y del de las comunicaciones. Todo ello, para usos militares, derivados, lógicamente, de los conflictos mencionados y otros existentes no citados. Los canales de Suez y Panamá y el espacio intangible de la comunicación entre satélites, aviones, navíos, drones, centros de mando y unidades de tierra, son exponente de ello. 

Tampoco debemos olvidarnos del correspondiente choque energético que incide, especialmente en la UE, y particularmente en Alemania, dada la ruptura teórica del suministro del gas y petróleo rusos.

Pues bien, sobre este escenario, nuestro Donald Trump con txapela le está explicando a Txukun las medidas que pondría en marcha en el supuesto de salir elegido, nuevamente, presidente, de Estados Unidos. Para las guerras, cuenta con sendos planes infalibles a los que nadie sensato, que se sepa, ha tenido acceso y, por lo tanto, no se sabe en qué consisten, ni si los cree posibles. Para el asunto de la escasez y el encarecimiento, propugna una política económica consistente -fiel a su idea de “Los USA primero”- en poner aranceles o elevar los ya existentes. Es decir, encerrarse en sí mismos, abandonando los esquemas de globalización y multilaterales. Por último, frente al impacto energético, plantea una ralentización de la reducción de los procesos energéticos e industriales usuarios de combustibles fósiles.

Total, que, en lugar de aprovechar la fiesta de Santo Tomás para disfrutar de ella y de la txistorra, el espíritu genuino del “América first” se dedica a convencer a su interlocutora de la bondad de sus “calabazas” y sus” berzas”.