El pato, y nunca mejor dicho, lo están pagando los bilbainos José María Basoa y Andrés Martínez y sus familias. Dos amigos, turistas, que se han visto envueltos en la práctica ruptura de relaciones entre el Estado español y Venezuela. Su peor fortuna les ha llevado a estar en el sitio equivocado en el momento equivocado y ahora permanecen encarcelados y acusados, nada menos, que de ser espías españoles. Echo en falta mayor contundencia política para pedir su liberación y poner fin a este disparate que solo sirve para ahondar en el sufrimiento de ambos y sus seres allegados. Menos geopolítica y más humanidad, por favor.