Esta sociedad de nuestros dolores expande suciedad y mentira a todo pasto, en medio de un ejército de medios de comunicación que se encargan de propagar a diestra y siniestra la cotidiana ración de trolas y manejos varios. Con singular desparpajo, los actores de la actualidad se arrojan las acusaciones más virulentas no dejando títere con cabeza en un ejercicio de chulería y desprecio al honor de los agredidos. De esta marea de acusaciones no se salva ni el Tato. Se ha instalado en nuestra sociedad un estilo de comunicación falso, de cartón piedra y mentiroso, que toca a todas las capas sociales y que amenaza con hacer irrespirable la vida política y social, en una estúpida escalada de insultos, injurias y falsedades. Ya no basta con mentir, es manifiesto el decir que mientes y que manchas el mensaje con falsedad y acusaciones de manipulación comunicativa descarada y grotesca. No se le ve fin a este estilo ruin y violento, que ensucia las palabras, machaca las ideas y destruye a las personas víctimas de ataques desorbitados de felonías y acusaciones mentirosas. Mentiras, falsedades, engaños y engañuflas sacuden la dinámica social e informativa y deshonran la vida democrática de medios y redes sociales de información y comunicación. Mentir, acusar de mentira y decir lo contrario de lo que se piensa y defiende es manera habitual de funcionar en esta aldea global llena de basura, contradicciones y ejercicios de engaño y confusión permanente, que al parecer sale barato, gratuito, superfluo. Nuestra sociedad está sujeta a los cánones de la mentira continuada y asquerosa de la que no podemos salir, manchados por el chapapote de la felonía, el truco y la “bola” mentirosa. El Tú más es el rey Monipodio.