Sabotear una ambulancia, por mucho que se haga en el marco de un conflicto laboral, es una irresponsabilidad extrema que puede tener efectos graves. E irreversibles. La Ertzaintza investiga si el pinchazo de las ruedas y la rotura de las lunas de una ambulancia que acudía a trasladar a una mujer en parada cardiorrespiratoria y que sustituía a otro vehículo de urgencias previamente también saboteado pudo influir en la muerte de la paciente. Estos sabotajes son diarios. Pueda demostrarse o no que los ataques tuvieran algo que ver en la muerte, es algo ilegítimo e inmoral.
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