Hace poco más de un año, el think tank The Hispanic Council presentó en el Congreso de los Diputados un informe que llenó de orgullo a la Cámara y a la prensa. Según este estudio, el uso del español en el Congreso de Estados Unidos por parte de los representantes políticos había crecido un 21% en los últimos cuatro años. En el Senado se había duplicado. Por contra, aquí hay quien se indigna por que se pueda hablar euskera, catalán y gallego, que no son “lenguas extranjeras”, y nos espetan: “Ningún español necesita de intérprete cuando habla con otro español”. Tradúzcame eso, mesedez.