ME sorprende el celo en la gestión de sus centros de Osakidetza de los mismos que no participan, ni lo pretenden, en la de los privados en los que también trabajan. Las quejas que escucho en la OSI de Donostialdea o en Basurto no llegan a los hospitales de su actividad privada, donde prestan servicio en condiciones que marcan otros con criterios empresariales muy legítimos. En el sector público, cuestionan un criterio estratégico aunque saben que en su diseño participan un centenar de profesionales como ellos. La gestión de lo público tiene que ir más allá del alcance de su estetoscopio.