LOS exégetas del madridismo ya tenían perfilado su diagnóstico: Benzema, tan constreñido, siempre al servicio de él, ahora que ya no está lleva cinco goles entre Supercopa y liga, una barbaridad; Bale se ha sacudido los complejos y cuenta tres, los mismos que Sergio Ramos, el nuevo gallo del corral. Pero si ahora hasta Carvajal es capaz de mojar...

Liberados de la tiranía del portugués, el Real Madrid se ha convertido en un equipo más solidario, es una comuna: todos defienden y todos atacan cuando es menester, abundan los exégetas.

Los exégetas también ponderaron sobremanera las tres victorias consecutivas que encadenaron los blancos, aunque para das más fuste al argumentario pasaron por alto la modestia de sus contrincantes, Getafe, Girona y Leganés. Los exégetas añadieron que San Mamés ya no es lo que era, pues hasta el modestísimo Huesca se llevó tajada, y ahí es donde me parece que se columpiaron los exégetas, pues el Athletic otra cosa no, pero cuando llega el Real Madrid se transfigura cuan bestia parda, conscientes como son sus jugadores de la importancia que tiene para la hinchada plantarle cara al coloso. Y eso es casi tan viejo como el mismísimo fútbol.

Al día siguiente, los exégetas decidieron minimizar sus errores de interpretación construyendo un ídolo. Se llama Unai Simón y ha surgido de una especie de conjunción astral: El Chelsea se lleva a Kepa Arrizabalaga, Iago Herrerín está malito y Alex Remiro se niega a renovar según los patrones del club, así que no queda otra que repescar al joven Simón, de meritorio en Elche, y resulta que del desconcertante lío surge un porterazo.

“Un cadete frena al Madrid”. “Lezama es un muro”. “Unai firma una noche espectacular”... ensalza la prensa madrileña en su afán de darle sentido al insospechado empate del equipo imparable. En Kuala Lumpur reaccionaron con menos melindres, y no te cuento nada en las casas de apuestas de Macao, donde voces terribles se elevaron al cielo mascullando improperios terribles contra un tal Simón, ¿pero de dónde diablos le han sacado?

Así que el nombre del bravo Unai recorre el mundo entero, porque plantarle cara al poderoso Real Madrid tiene una repercusión planetaria. A esto se puede añadir su estampa, que sugiere remenbranzas del mito, José Ángel Iribar, o su arrogancia extraordinaria: ¿que viene el Madrid?, pues ni me inmuto.

Dicho lo cual, habrá que felicitar al técnico, y su fe ciega en el chaval, y al asesor que lo recomendó, y sobre todo destacar que la eficacia del cancerbero sirvió para darle épica al soberbio partido del Athletic, justo a tiempo para despejar tanta duda y desconfianza.

Y las dudas las tienen ahora los exégetas de la cosa blanca, pues justo ahora contemplan horrorizados el resurgir goleador de Cristiano en su dorado retiro de Turín.

En resumidas cuentas: miren con recelo a los exégetas y sus cábalas, y en consecuencia tampoco conviene caer en la tentación de elevar hasta el infinito y más allá a Unai, tierna criatura que apenas acaba de poner los pies en el proceloso universo futbolístico, sino darle ánimos y redoblar la confianza cuando falle, incluso con estrépito, que ese día también llegará.

Sucede que el Atlético, con el mejor equipo de su historia, ya está a siete puntos del Barça. Joaquín Caparrós no tuvo reparos en proclamar que el Sevilla tenía mejor plantilla que la azulgrana, y ahora rechina su baladronada. En la Real culpaban a las pistas de atletismo de las derrotas (cuando convenía) y ahora, sin ellas, se quedan sin argumentario.

Hay tanto exégeta en el fútbol.