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Hasta pronto, Ayme

vINO como promesa y se marcha a precio de estrella del fútbol europeo. Su pase deja en la caja 65 millones de euros y prácticamente a todo el mudo satisfecho. Digo esto por la forma de salir y cómo se han sucedido los acontecimientos. En lo deportivo la baja es importantísima. Aguantó el tirón de la primera propuesta y tuvo el coraje de decir “no” a Guardiola. Ahora no ha sido igual. Es obvio que han cambiado algunas cosas, cuesta reconocerlo pero en este año y medio la película ha variado.

El rodillo de los grandes clubes es cada vez más demoledor. Las cifras por altas que sean no parecen impedimento, fruto de los dineros televisivos o de dueños multimillonarios, para hacer frente al pago de las cláusulas y en cuestión de una semana reforzarse dejando en parihuelas al equipo al que sustraen al futbolista de turno. Es el mercado, como si de Wall Street se tratase. Los jugadores son valores y el dinero se mueve en función del capricho del momento pero sobre todo de la disponibilidad económica del rico de turno. Los románticos, en el Athletic de esto sabemos mucho, sufrimos con este vete y ven.

Aymeric deja un hueco grande entre los rojiblancos. No excesivamente mediático ha dado muestras de su gran calidad, dicen algunos que tampoco es para tanto. Ahora lo vamos a poder comprobar en su ausencia. Tengo claro que su lugar va a ser muy difícil de cubrir. El City es un equipo que opta a todo. Esta campaña Laporte podría proclamarse campeón de Europa y considero que ante eso, los mortales poco o nada debemos decir. Es una decisión deportiva cien por cien.

Uno más que se nos marcha. Últimamente los “buenos” son rápidamente captados, antes lo hacíamos nosotros. Se está poniendo el tema dificilillo y es ahora cuando hay que armarse y auto convencerse de nuestras posibilidades. No hay que esquivar la realidad pero sí convivir con ella. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos con la convicción de que nuestro modelo es posible, muy posible. Eso sí, todos con las ideas claras. Agur Aymeric. Zorte on.