MÁS o menos todo el mundo ha descontado ya que Mariano Rajoy ha puesto el balón a volar con una patada a seguir que no permitirá que vuelva a haber juego antes de las elecciones vascas y gallegas. Ha jugado el farol de la investidura fallida, digiere su derrota parlamentaria y, como buen jugador de póquer, da por bien empleado lo invertido porque ahora son los demás los obligados a subir su apuesta o a romper la baraja y volver a las urnas.

De modo que al okupa de Moncloa le quedan por delante días de asueto en los que no necesita más que repetir una y otra vez que si hay elecciones es porque quieren los demás, aunque el que ha medido los tiempos para que coincidan con las navidades es él mismo. Y, en éstas, en lugar de dejar en evidencia el hueco paralizante que espera a la política española durante las próximas tres semanas, a Pedro Sánchez le da por llenarlas de especulaciones igualmente huecas hasta el punto de que en su partido, en la sección andaluza al menos, empiezan a reprocharle que se ha pasado de frenada. ¿Otra vez el sainete de Ciudadanos más Podemos? ¿El rizo imposible de lo que nadie se cree? El caso es que mientras el balón de Rajoy describe su lenta parábola hasta el 26 de septiembre, el secretario general socialista hará una ronda de partidos en la que no se sabe que lleve nada que no haya sido ya considerado insuficiente o directamente insultante para sus interlocutores. Y esta movida ni siquiera le va a evitar que se le revuelvan los críticos. Ni los que le reprochan que no permita que haya gobierno del PP para hacerle la oposición ni los que le impiden entenderse con su izquierda y las distintas sensibilidades nacionales del Estado, que a lo mejor son todos los mismos.

Pero el que es un maestro en pasarse de frenada sin que pase facturas es Mariano Rajoy. Es tradición en el PP colocar a los ministros y cargos quemados o amortizados lo más lejos posible del ruedo político ibérico. Ojos que no ven. Ahora le han programado el exilio dorado al exministro de Industria de los papeles de Panamá, José Manuel Soria, como director ejecutivo en el Banco Mundial y dice Rajoy que es un desarrollo profesional natural. Antes que él, otros ex ministros del PP han disfrutado de desarrollos profesionales naturales. A saber: Rodrigo Rato se fue de director gerente del FMI después de que Aznar lo descartara como su heredero en beneficio de Rajoy y antes de volver para liarla en Bankia: a José Ignacio Wert le dieron la patada lateral cuando ya no quedaba nadie en la educación y la cultura españolas que le pudiera ver y anda de embajador ante la OCDE; Miguel Arias Cañete es comisario de Clima y Energía en Bruselas pese a sus vínculos con el sector petrolífero y la amnistía fiscal que él votó y su señora se aplicó. A no tardar, veremos a Rita Barberá de presidenta de la Organización Meteorológica Mundial. Por lo del caloret, aunque nada más sea.