Es odiosa la frase: “Esto es lo que hay”. Como si así y ahí se acabara todo. Una suerte de versión moderna de las lentejas, pero sin segundo plato y menos aún postre. Así pues, hemos de asumir el destino al que nos conducen, por más que sepamos que saldremos mal parados del lance, sufriendo por lo de ahora y lo que vendrá después, sea lo que sea lo que venga, alabadoseaelseñor.

¡Qué desilusión de multipartidismo! Tantas opciones, por lo menos el doble, conducen a España a pasar por el peaje una y otra vez, ya que nadie saca el mapa y menos aún pregunta a los lugareños? tal vez a base de elecciones los rivales vayan quedándose en la cuneta, sin gasolina primero y sin subvenciones parlamentarias que les permitan repostar luego.

Hace tiempo que no nos solazamos con los líderes en la pantalla. Los programas televisivos han vuelto por sus fueros, con gentes de la farándula y celebridades. Tuvimos la impresión de que algo importante estaba por ocurrir, cómo estábamos de sorprendidos, ansiosones por ver hasta dónde llegaría. ¿Recuerdan que no éramos capaces de creernos que Pedro Sánchez acudiera a la sesión de investidura solo con el apoyo de Albert Rivera? Qué nervios hasta agotar los minutos previos. Lo teníamos delante, el empate infinito, sin cambios a la vista, el resultado no podía ser otro, pero nos costó atisbar y asimilar los comicios del 26 de junio. La primera investidura frustrada de la democracia. Ya. Con cuatro décadas de historia más o menos presentable, cualquiera diría que todavía falta debate sobre un país que debería tener más claro de dónde viene para poder dedicarse a aclarar hacia dónde quiere ir.

Antes de este fenómeno de apasionamiento por la política que nos granjeó la crisis, se nos quejaban del desapego de la ciudadanía, un tono vital que no pasaba de intervenir en lo público una vez cada cuatro años. Desafección leímos en el diagnóstico. Bien, hemos prestado bastante atención. Nos hemos tirado al barro, con emoción, les hemos abierto las puertas y han entrado hasta la cocina.

Estamos a punto de preguntarles por los apartados: A. derecho a influir en las decisiones políticas y diseño del futuro; B. soluciones de la crisis económica; C. arreglo de los principales problemas de las personas; D. eficacia de gestión. Y así hasta llegar a la z.

No se vayan todavía, aún hay más. En cuanto quede claro quién se sienta en la bancada azul, hablaremos del gobierno.