EGIN irribarre, borrokatzera goaz, eta borrokatzen badugu, irabaziko dugu!”, leído en el Twitter de Arnaldo Otegi, santo y seña. Mientras tanto, en determinadísimas y concretas ocasiones, la Ley se cumple. O sea como sea se hace cumplir, con una observancia estricta, sin paliativos ni resquicio, que ya quisieran para sí otras leyes en minúsculas, más de andar por casa y aún así a la misma altura en cuanto a observancia del cumplimiento de los derechos humanos, de todas las partes. Partidos políticos compañeros de pupitre sacan el dedito acusador a pasear y, cierto es, la izquierda abertzale nunca defrauda.
El empeño en no rectificar sino todo lo contrario es parte de lo que todavía no han reconducido, si bien tienen frente a frente a Pili Zabala, ella sí reclamando el derecho a la memoria y la revisión de todo lo vivido, cada uno lo suyo, jamás punto de comparación entre lo que a unos y a otros ha caído encima. Pero no solo eso, frente a las armas del Gobierno y la Fiscalía.
La secuencia que ha puesto en marcha la Junta Electoral de Gipuzkoa (¿O tal vez antes alguien le dio al interruptor?) ya no tiene vuelta atrás, es el tornillo sin fin en forma de dispositivo judicial que traslada de una pieza a otra el movimiento hasta desembocar en el Tribunal Constitucional. La decisión está tomada, lo que falta por ver es con qué efecto en el orden del día de los mítines y convocatorias electorales de EH Bildu -el propio Otegi, sabiendo lo que venía, tiene predeterminado volcarse literalmente con la campaña- y en el resultado en urnas de la coalición, que también, por fuerza, ha de estar medido y calculado. A los que se felicitan por las victorias del Estado de Derecho, tantas veces en sentencias de excepción, les resulta imperativo que el nombre de Otegi no esté en las papeletas, son incapaces de vislumbrarle siquiera como otros le ven: líder capaz de materializar el desarme de ETA y encauzar el futuro de los presos, al menos cuando no está en prisión.
Sin Podemos presente, los tribunales han ilegalizado hasta once partidos y plataformas de la izquierda abertzale desde que se empezara con la sustituta de Herri Batasuna. Ahora, se dice que esta izquierda que se reclama como nueva ha cambiado el mapa de los comicios, pero la foto fija parece repetirse, a pesar de la innovación, cambio y nuevos espacios que vienen prometiéndonos. Como si los discursos y compromisos no fueran nuevos.