EL pasado jueves Josu Urrutia respondió a una selección de preguntas formuladas por los aficionados a través de Twitter. Es la primera vez que el presidente del Athletic utiliza este cauce tan moderno para comunicarse con los socios, lo cual está muy bien. Casualmente (y que no se me malinterprete) aprovechó la circunstancia para explayarse a gusto y poner a caldo a la clase política en general, pero también a los medios de comunicación, acusándoles de oportunistas por reclamar la gabarra para el Athletic femenino al calor del título, y no antes, mientras maceraba el éxito en cada partido de liga y con escaso eco mediático. Pero me da la impresión de que Urrutia no ha entendido nada y que mira el asunto de las chicas considerando que el club sigue siendo una especie de txoko, visión de la jugada bastante extendida por lo que he podido comprobar estos días. Así que el equivocado puedo ser yo, pero entiendo que cuando el Athletic acogió en su seno a un equipo femenino lo hizo con todas sus consecuencias y, por una cuestión de principios, con el mismo derecho al agasajo, como así demostró la afición, que acudió en gran número a la cita en día y hora tan incómodos. Si el Athletic masculino gana la Liga, se saca la gabarra. Si el Athletic femenino gana la Liga (y no me equipare en importancia con la Supercopa de España), no se saca la gabarra. ¿Por qué? Porque son mujeres.
A eso se le llama discriminación.
Ahora bien, siempre queda la opción de introducir alguna variación semántica para soslayar la controversia. Por ejemplo inscribir al equipo bajo tutela pero con otra denominación, pongamos que el Cantineritas Athletic club, o también rectificar, asumir la misma grandeza y legitimidad en los unos y en las otras y aprovechar cuando consigan el doblete, porque las chicas también van a ganar la Copa, para organizar un homenaje como Dios manda, gabarra incluida.
Con todo, está bien eso de ver a Josu Urrutia en plan guerrero, exponiendo su punto de vista sin reparos, aunque luego le caigan críticas como chuzos, porque así conoceremos sus opiniones a calzón quitado, al margen de esas insustanciales ruedas de prensa a las que generalmente nos tiene acostumbrados.
En perspectiva tiene el presidente del Athletic dos cuestiones bastante delicadas. Una es convencer a Aymeric Laporte para que no claudique a los cantos de sirena del Manchester City, porque aquí si que se pone digno e intransigente el presidente (porque también es una cuestión de principios): o se paga la cláusula, o nada.
La otra es cómo capear la marejada desencadenada por la implicación de Iker Muniain en un caso de abusos y agresión sexual, del que para nada se le acusa, ni la policía ni la testigo protegida, una víctima de Torbe, el productor de cine porno encausado y entre rejas, con el que al parecer tanto el jugador navarro como el portero David de Gea estuvieron relacionados. Esta peligrosa amistad (que no surgió precisamente en misa de doce) les ha salpicado al cabo de cuatro años, cubriendo de fango al meta internacional justo cuando iba a tomar el relevo en la portería española del eterno Iker Casillas, y también a Muniain, justo cuando la vida le pilla de feliz padre de familia y tratando de recuperar su mejor versión futbolística después de su larga convalecencia por una grave lesión.
Muniain y De Gea afirman que todo es mentira, y no hay razones para presuponer lo contrario y sí para anteponer la presunción de inocencia. Sin embargo, el morbo que provoca cualquier escándalo de índole sexual y máxime si afecta a jugadores ricos y famosos suscita una fabulosa atención mediática. Lo malo para Muniain es que conocemos algo de aquel tiempo loco que experimentó entonces porque a él le gustaba alardear en las redes sociales. Posando en una disco de Ibiza junto a concursantes de Gran Hermano mientras enseñaba un brazalete de capitán del Athletic, o haciendo monadas junto a una actriz porno ante la mirada divertida de Javi Martínez. Escenas que luego la moza en cuestión tuvo la ocurrencia de colgar en Internet.
A la espera de conocer la deriva que toma el caso, lo que le está pasando a Muniain merece una reflexión y también es un aviso a navegantes: por desgracia, le sacarán cantares allá por donde juegue, como ya hicieron cruelmente con Gurpegi. Y también por desgracia lo que se cuelga en las redes en un momento jacarandoso, o en plan broma, o en un descuido, en las redes permanece, latente, para reaparecer y joderte cuando menos te lo imaginas.