CONSUMADA la victoria madridista, el gran héroe blanco Sergio Ramos contuvo durante unos minutos la euforia para saludar uno a uno a sus contrincantes, los del Atlético de Madrid. Fue un gesto de caridad, porque es deber de buen cristiano eso de acordarse del afligido cuando se está saciado de felicidad. Se cuenta que de retirada de Milán con las banderas blancas desplegadas al viento las mesnadas madridistas no tuvieron muchas ganas de hacer coña a costa del vencido. Todos sufrieron como bellacos, pero ocurrió lo de siempre. Ganó el Real Madrid y el Pupas, haciendo honor a su leyenda, volvió a perder su tercera final de la Copa de Europa de aquella manera. En el límite, sin merecerlo. Como si el asunto se gobernara en otra dimensión, engarzada con alguna maldición divina. Así que los atléticos, que últimamente se habían puesto muy gallos a causa del efecto Simeone, tan solo inspiraban lástima. Sobre todo teniendo en cuenta el perfil de quien falló el penalti capaz de definir nada menos que la gran final de la Liga de Campeones: el bueno de Juanfran. Un chico sin aristas, con esa estampa de figurante de El Greco que tiene y esa cara de funeral. Desde luego, no es un futbolista que predisponga al escarnio.
De seguido, Cristiano Ronaldo lanzó el último penalti. El definitivo. Este tío se las da de listo hasta cuando resulta intrascendente en una final de semejante alcurnia. Lo hizo hace dos años, en la de Lisboa. Lo volvió a conseguir en Milán. “He tenido una visión. He visto que iba a marcar el penalti de la victoria y por eso le pedí a Zidane que me pusiera el quinto” en la tanda, declaró Cristiano tras el partido como si hubiera sido el muñidor de tamaña conquista. Lo que tiene el divo portugués es un morro que se lo pisa. Marcó y volvió a quitarse la camiseta para celebrarlo mostrando sus cultivado músculo, por si acaso computa también para el Balón de Oro. Consciente de que esa estampa quedará asociada para la posteridad con la Undécima Copa de Europa.
Lo cierto es que lo que llevaba camino de otra temporada aciaga para el madridismo concluye de manera triunfal, con el Madrid consolidando su reinado en la competición más importante del mundo y consagrando al bisoño Zinedine Zidane.
Porque si de algo estuvo sobrada esta final de la Champions fue de mística. Por un lado, la leyenda del pupas (qué manera de sufrir, qué manera de palmar...). Por otro, la visión oportunamente reveladora de Ronaldo, y no te cuento nada si nos metemos en los trasiegos del Atlético y el cholismo como dogma de fe, con sus acólitos desprendiendo aroma a secta mientras peregrinaban a la cita con el destino entonando el “nunca dejes de creer” a modo de santo y seña de su atormentada identidad. Por si fuera poco se puede incluir en este trasiego interpretativo de lo que es un simple partido de fútbol (por mucha que sea su repercusión) a los doctos, que teorizan sobre la trascendencia que adquiere el gen ganador del Real Madrid en situaciones límite.
La visión del lehendakari Gaizka Toquero vencido por la emoción, sin apenas contener las lágrimas, me rescata de mi errático deambular por los Cerros de Úbeda. Hay que dar la enhorabuena al Glorioso Alavés, que regresa a Primera División tras diez años de ausencia, cuando tuvo la desgracia de caer en manos de un avispado trilero de origen ucraniano llamado Dimitry Pitterman que le llevó a la ruina física y metafísica, pues el Alavés acabó convertido con aquel nefasto personaje en un chiste de mal gusto.
Bajó a Segunda, y luego a Segunda B y ha tardado una década en recuperar la máxima categoría de la mano del técnico alicantino José Bordalás y el faro de Toquero, que ha sabido irradiar su brío entre sus compañeros y, ¡caramba!, hasta meter nueve goles. Ha sido tan buena su temporada que a lo mejor le interesa al Athletic recuperar al bravo lehendakari, o proponer al Alavés un intercambio a pelo por Borja Viguera, por quien ya se interesó el club babazorro en el pasado mercado invernal. Se presume un derbi interesante, no exento de calentura, como debe ser. Me da que le tienen unas ganas a los bilbainos...