Las recientes elecciones generales croatas se han saldado con un marasmo parlamentario y la ascensión a la jefatura del Gobierno de un auténtico hombre-veleta: Tomislav Karamarko.

Lo del marasmo parlamentario va a cuenta de un equilibrio de escaños entre fuerzas antagónicas que difícilmente pueden coaligarse y hasta ahora nunca han querido hacerlo : la Coalición Patriótica (59 diputados), conservadora y la Coalición Croacia crece, socialista (56 diputados). Además, entraron en el Parlamento el Puente de las Izquierdas independientes, partido más radicalmente moral que político (19 diputados), y cinco partidos menores que no pueden ayudar a formar mayoría absoluta a ninguna de las dos grandes coaliciones.

El Puente sí sería un aliado decisivo, pero se ha encastillado en un reformismo moral que le impide entrar en ningún Gobierno. Tan sólo apoyará ocasionalmente a un Gabinete del partido que se comprometa a llevar a cabo el programa radical de reformas del Puente.

En estas condiciones el hombre que tiene más posibilidades de alzarse con el apoyo del Puente es el líder del HDZ y candidato de los Patriotas, Karamarko. Y no porque sea más flexible que el dirigente de los socialistas o cualquier otra agrupación, sino porque su currículo político certifica que tiene una capacidad insuperable de arrimarse al fuego que más calienta y cambiar de chaqueta con suma facilidad. Si algún canto de sirena puede mover a los del Puente, este será muy probablemente el de Karamarko.

Y véase por qué: Este licenciado en Historia, de 56 años, casado y con dos hijos, comenzó su vida pública militando en una asociación católica y se ganó el odio del Gobierno comunista de aquel entonces participando en una manifestación nacional católica durante la visita al Vaticano de un grupo de estudiantes croatas. En 1989 fue cofundador del partido conservador HDZ y a los pocos años lo abandonó para pasar a ser colaborador importante de varios políticos neocomunistas, como Josic Manolic y Stejepan Mesic; para este último organizó y dirigió incluso la campaña electoral del 2000. Mesic le premió los servicios prestados, nombrándole jefe de los Servicios Secretos croatas.

Consciente de que la era del poder neocomunista se estaba acabando, Karamarko, se hizo tecnócrata (pero siempre más o menos vinculado a los servicios secretos, fue incluso ministro de Interior) con los presidentes Sanador y Kosor y en mayo del 2011 volvió a afilarse al HDZ para hacerse con la jefatura del partido al año siguiente. Y desde entonces encabeza el giro croata hacia la derecha. La gran pregunta es : ¿Qué hará Karamarko ahora, cuando el país no parece querer ni a la derecha ni a la izquierda?