Yluego hay quien se enfada cuando le llaman a la cosa Pablemos. Pero ahí está, es el chiste del gato, que como es suyo, el gurú de Vallecas se lo beneficia cuando y como quiere. El doctor Iglesias Turrión es el camino, la verdad y la vida, y tan asumido lo tiene que ni pierde el tiempo ciscándose en los críticos, arrumbándoles de michelines o recordándoles, a lo Guerra, que el que se mueve no sale en la foto. Al contrario, cuando le vienen 700 cargos (¿ya hay todos esos?) y 5.000 militantes arrugando el morro porque se ha maravillado unas primarias -qué risa, tía Felisa- para que las ganen sus sí-buanas, el gachó se eleva tres palmos sobre el suelo, se pone condescendiente y declara con suficiencia que qué alegría da tener un partido en el que se puede discrepar de la dirección. Entonces, los protestantes, o por lo menos, la mayoría, sacan cuentas de lo que pueden perder si persisten en su actitud, sonríen al pajarito, bajan la cerviz y se resignan a su papel entre la cuota, el adorno o la mascota del patrón.
La nueva política, por lo visto, es eso. Y también ponerse en plan Santiago Bernabéu a fichar -es decir, a reclutar- mercenarios para que la tan cacareada unidad popular sea a su imagen y semejanza. El primer fichaje, qué sorpresa, Tania Sánchez, que obviando el comentario sentimental, es aquella que al abandonar IU dijo: “No, punto, no vamos a entrar en Podemos. No sé de cuántas formas más decirlo”. Junto a ella y otros destacadas lumbreras de ámbitos progresís diversos, se incorpora al proyecto el baranda de la Asociación Unificada de la Guardia Civil. Saquen sus conclusiones.