PERO qué mala leche que gasta el marqués. Es cierto que falló el pasado jueves frente a Eslovaquia, pero el sábado el ponderadísimo Manuel Neuer también cometió una clamorosa cantada en el primer gol de Wojciech Szczensny en la histórica victoria de Polonia (2-0) sobre Alemania. La comparación tiene trampa: Neuer está considerado el mejor portero del orbe, los germanos son los actuales campeones del mundo y hasta el mejor escribano echa un borrón. Así que Vicente del Bosque, el mismo que pidió con esa cara de bonachón que le sale segundas y terceras oportunidades para sí mismo tras la hecatombe de Brasil, decidió asestarle una puñalada trapera a Iker Casillas relegándole a la suplencia frente a Luxemburgo, que como todo el mundo sabe es una eminencia futbolística, y tampoco era cuestión de ponerse en plan quijotesco, y realizar un gesto gallardo reafirmando su confianza hacia el controvertido meta madrileño, como parece de ley. De repente, un partido carente de interés futbolístico (como toda la fase de clasificación para la Eurocopa, cuajada de equipos comparsa y donde las potencias del continente tienen prácticamente asegurada su clasificación para la fase final) adquirió una dimensión considerable, artificialmente inflada por la necesidad de cubrir la ausencia de la Liga cotidiana sacándole punta y filo a cualquier fruslería. Admitiendo la mayor (una selección como la española por lógica debe vencer a Luxemburgo con la boina), resulta que Del Bosque afrontó el partido apenas retocando su once de gala, cuando lo normal hubiera sido poner a todos aquellos que no jugaron tres días antes contra Eslovaquia para repartir esfuerzos ante una temporada abigarrada, lo cual agradecerían los clubes, que son los que pagan, y dar cancha y premio a todos y cada uno de sus hombres, asunto éste que pone más énfasis en la trapisonda: Iker, majo, ya no me fío de ti, así que... ¡a los leones!, con lo bien que se lo había currado Casillas confesando de vísperas a Iñaki Gabilondo sus tribulaciones; él, leyenda hispana y mejor persona, y cuando el Bernabéu estaba a un tris de congraciarse con el muchacho (claro que en eso tuvo mucho que ver el partido-jolgorio frente al Athletic... pasemos un tupido velo).

Hay otro caso que valida la teoría del desaire canallesco: Diego Costa no estaba para jugar tres partidos consecutivos, y así lo advirtió Jose Mourinho, implorando comprensión a su colega el marqués, sobre todo teniendo en cuenta la propensión del delantero hispanobrasileño a las lesiones musculares. Pero Del Bosque no estaba para galanterías, y lo mismo que fue implacable con Casillas, tampoco tuvo piedad con el delantero de Lagarto: castigado a jugar hasta que de una puñetera vez consigas un gol, se dijo, y a fe que la terquedad de uno y otro tuvo premio. Diego Costa, el ensalzado Pichichi de la Liga inglesa, al fin logró anotar su primer tanto con la selección española después de fallar hasta siete ocasiones, terminando con 415 minutos de ausencia y obsesión. Claro que enfrente estaba Luxemburgo, un fenómeno blanqueando fortunas de filibusteros. Lo que es con el balón... Tuvo su gracia cómo TVE-1, que tiene los derechos televisivos, vendió esta perla futbolística: se trata de un encuentro fundamental, y para más dificultad ¡está lloviendo!, contaron en el telediario del mediodía sus sagaces informantes. Cualquier cosa con tal de vender un chusco de partido, estrategia que secundó a pies juntillas el inveterado Del Bosque, que sacrificó a Iker Casillas, dándole la espalda, señalándole como culpable de la derrota en Eslovaquia, y aireando de paso sus miedos. Mostrando la inseguridad para dirigir a un potente combinando de futbolistas: los actuales campeones de Europa.

Del Bosque también ignoró a Iturraspe, que no jugó ni un minuto en los dos encuentros internacionales de la selección española, ni tan siquiera para darle un mínimo descanso a Sergio Busquets. De paso el marqués también le dijo, sin decir: de ti tampoco me fío, ni un pelo. Ni falta que hace, pues el mozo podrá regresar fresco y sano al Athletic después de un largo paseo por el centro de Europa aislándose durante unos días de las tribulaciones que afligen a la tropa rojiblanca.

Porque tan largo parón liguero puede ser contraproducente: para llenar ese vacío lo mismo se saca de quicio un compromiso banal en Luxemburgo que se le da vueltas y más vueltas a las causas que han podido provocar el colapso del Athletic. La semana, además, coincide con la visita del Celta, cuyo entrenador, Eduardo Berizzo, fue discípulo de Marcelo Bielsa. Sucede también que al Loco le va de maravilla en Marsella, invocando así la nostalgia hacia aquella portentosa aventura con el riesgo consiguiente: el riesgo a perder la paciencia si no llega pronto la reacción. Jugadores muy bien pagados, acomodadizos... No puede ser que en tan breve lapso se baje del cielo a los infiernos sin que haya consecuencias.