llegó mintiendo y se va mintiendo. Es impresionante la capacidad de Patxi López para disfrazar la realidad, para pronunciar discursos sin decir nada, para vender humo, para crearse una existencia virtual y paralela a base de tópicos esdrújulos sobre ciudadanía, libertad y normalidad. Así, burla burlando, se ha pasado tres años y medio pavoneándose en su papel de lehendakari, txit gorena, con sus maceros, sus timbales y sus tapices. Mintiendo entró en Ajuria Enea, y mintiendo sale.

La noche del 1 de marzo de 2009 Patxi López tuvo que tragarse el sapo de quedarse a 80.000 votos y 5 escaños del PNV, después de una campaña en la que las encuestas publicadas por medios de comunicación acólitos le colocaban a la par de Ibarretxe. Perdió, y perdió por goleada, pero recurrió a la secular condición de trilero que distingue a un peculiar sector del socialismo español, para convertir su derrota en victoria histórica.

La noche del 21 de octubre de 2012 Patxi López miró desde la distancia al PNV con 122.000 votos y 11 escaños de diferencia, en uno de los peores resultados de la historia para su partido, el PSE. Pero, una vez pasada la estupefacción y consultado su equipo asesor de polimilis reciclados, salió a la tribuna para declarar con satisfacción urbi et orbe que gracias a él y al PSE se había logrado frenar el progreso acelerado de EH Bildu. O sea, como solía decir el Caudillo, "no hay mal que por bien no venga" y tampoco estas elecciones han sido un desastre, ni mucho menos.

Es evidente que López ha proyectado hacia España su condición de lehendakari, en la constatación de que con un amplio equipo de comunicadores incondicionales podía vender del Ebro para abajo como excelente lo que en Euskadi resultó mercancía averiada desde el primer momento, desde la primera encuesta de Paco Llera. Y exportó su gran mentira.

El lehendakari López ha logrado apaciguar a la crispada sociedad vasca, proclama. Y se lo creen. Claro, una vez logrado el poder con las trampas y mentiras que hiciera falta, ordenó que dejasen de ladrar sus perros mediáticos y se hizo la calma.

El lehendakari López ha logrado que ETA abandone la lucha armada, proclama. Y se lo creen. Pero si alguien estuvo ausente durante el proceso que llevó a la Conferencia de Aiete y en el momento en que ETA anunció su cese fue precisamente él, Patxi López, que no quiso saber nada de lo que se estaba cociendo y que procuró por todos los medios neutralizar al único socialista que participó en el proceso.

Hoy es el día en que, insisto, del Ebro para abajo, todavía se valora a López como un gran estadista, una especie de Viriato vencedor del irredentismo vasco, un héroe que puso freno al terrorismo y un ejemplo de lo que aquí se debe ser: vasco y español; o español y vasco, tanto monta. El caso es que siga rodando la mentira.

Y conste que esta sobrevaloración del lehendakari en funciones no abarca sólo a la masa ciudadana que mama de los medios de comunicación hegemónicos, o a la parte menos desaforada de quienes se alimentan de la caverna mediática, sino que también entre la clase política española se apuesta por López como valor al alza. Visto lo visto, y teniendo en cuenta el descalabro al que ha conducido a su partido en Euskadi, es difícil de entender que se hayan tragado tanta mentira y se baraje la posibilidad de que pueda pensarse en él como sucesor de Pérez Rubalcaba en la secretaría general del PSOE, o en otro cargo de primera fila en el primer partido de la oposición española. López, "porque yo lo valgo", se deja querer, hace como que no, amaga con perpetuarse en Euskadi pero no le quita ojo al despacho más aparente de Ferraz.

Y mientras, aquí nos quedamos con estos tres años de indolencia precisamente en un momento en el que había que echar el resto. Porque esta Lehendakaritza, más allá de alguna operación cosmética de retirada de carteles y cambios simbólicos vendidos hasta la extenuación, más allá de proclamar un día de fiesta estatutario, no ha hecho nada serio.

La crisis le ha pasado por encima, sin establecer ningún plan de desarrollo tecnológico, ni de creación de empleo, ni de apoyo a las empresas. Ha aplicado sumiso todos los recortes que propuso Zapatero y sólo para la galería ha hecho como que se oponía a los propuestos por Rajoy. A trancas y barrancas ha puesto una vela a las víctimas de un lado y otra, más escasa, a las del otro, siempre timorato a la hora de consolidar el proceso de paz. Del desarrollo del autogobierno no ha querido saber nada a pesar de sus promesas electorales.

No veo a tan insigne personaje, a tan ilustre prócer y prestigioso político en el Parlamento Vasco ocupando un escaño en la bancada del segundo partido de la oposición. No le veo. Si le desean en Madrid como patrón de la titubeante patera del PSOE, que vaya, que vaya. A ver si conociéndole de cerca cuelan sus mentiras.