La frikipedia no es, como bien supondrán, un pozo de sabiduría pero sí el saco de la risa. De entre sus páginas sale la definición de un personaje que toma su nombre de una legendaria película del año 78, Pepito Piscinas. Lean, sino, la descripción que realizan en la tremebunda página. "Se caracteriza principalmente por llevar un bonito bañador estampado marcapaquetes hasta la altura del ombligo. Además es muy característico su bello caminar con la barriga cervecera bien metida pa dentro sufriendo el correspondiente efecto secundario de llevar la cabeza roja perdía por la falta de oxígeno, al no respirar". ¡Insuperable!
Traigo hasta este rincón esa figura esperpéntica porque cada verano temo lo mismo: el encuentro, cara a cara, con alguien semejante. Me ha ocurrido con insólita frecuencia, y eso que no acudo jamás a una piscina: soy de baños en aguas abiertas. Lo que quiero decirse es que el personaje se multiplica, como las esporas, en múltiples paisajes.
En nombre de la libertad se pregona aquello de que cada uno vista como quiera. No seré yo quien use las cadenas y abroche los grilletes, pero en el uso de ese mismo derecho sí que reivindico un mínimo de dignidad a la hora de vestir. En Barcelona, ciudad abanderada del gen cosmopolita, han legislado contra el libertinaje de ir por las aceras luciendo un cuerpo digno de la ciencia... ¡ficción! No se trata, insisto, de que una sea ballena o sirena o que uno tenga carnes de morsa o de atlético delfín. Se trata de convivir con el agua, no de okuparla de mala manera, como si uno fuese el rey Neptuno con aletas, cervezón o un bañador dos tallas por debajo.