Síguenos en redes sociales:

El mar de las desdichas

El mar de las desdichasEFE

Hay que ver el empeño que puso el Deportivo en no ganar el partido y aun así se llevó los tres puntos de San Mamés. Sin quererlo ni beberlo, como implorando: ¡que no quiero ganar...! y nada; ni por esas se dio el Athletic por aludido, víctima al parecer de un conjuro cochino, o un alineamiento interplanetario de esos que los expertos en astrología y profetas incontinentes anuncian con el cambio del año sembrando la inquietud y el pavor entre la gente sensible. Por ejemplo, según el calendario maya y algunas elucubraciones de San Malaquías, Nostradamus y hasta la Virgen de Fátima el mundo se va al cuerno en el año 2012, coyuntura que el director Ronald Emmerich, especialista en películas tremendistas, aprovechó para sacarse de la manga una hecatombe del carajo.

Pero la ingenuidad también causa estragos, se mire por donde se mire, ejecutoria que ejemplariza como nadie Mikel San José, en plena sintonía con la susodicha teoría catastrofista. Si contra la Real Sociedad hizo el penalti que permitió al equipo txuri urdin adelantarse en el marcador y luego anotó en propia meta el segundo gol donostiarra, ayer intervino con prestancia para dar cuerpo astral al increíble triunfo deportivista provocando su expulsión en el momento álgido del partido. No le fue a la zaga su compañero Ustaritz, a quien la maldición que le persigue desde que debutó en el Athletic y barruntaba una buena carrera profesional ha sufrido al parecer otra mutación: antes se lesionaba misteriosamente. Ahora, cada vez que tiene la oportunidad de jugar, juega, pero la pifia. La colección de centrales se completa con Aitor Ocio, que está más para la pasarela que para el fútbol, y el inefable Fernando Amorebieta, que entre las tarjetas rojas que profusamente colecciona y sus inesperados males apenas se han tenido noticias de él.

Así que al amparo de una defensa sin cuajo y desencajada, formada por tipos capaces de pegarse un tiro en el pie, el Athletic es capaz de escenificar historias espeluznantes como la vivida ayer ante las huestes del místico Lotina, cuyo equipo tiró vez y media a la portería de Iraizoz y anotó dos goles para pasmo general de la hinchada. Más difícil todavía: resulta que el portero del Athletic remató más veces contra la meta contraria (una) que paradas hizo (ninguna). Jamás en lo que va de temporada tuvo el equipo de Caparrós más oportunidades y tan claras de batir la meta rival, pongamos que una docena, y solo tuvo el consuelo del postrero gol de Fernando Llorente, que apenas sirve para engordar su importante estadística personal.

En condiciones normales, ahora mismo estaríamos hablando de la enorme progresión que está experimentando Iker Muniain, que remata, imagina y da pases de gol; se ofrece al compañero con prestancia, se engalla con el rival, lo desquicia con sus requiebros, se le sube la bola y sin embargo supera con donaire del esfuerzo, pero finalmente su tenacidad acaba diluida en el vacío, sin posibilidad de epopeya alguna.

Lotina reconoció que el Deportivo tuvo "bastante" suerte, Caparrós quiso soslayar el disparate orientando la culpa hacia el árbitro y Adrián, el gran beneficiado con tanto disparate, está que lo tira de puro contento, pues se fue de San Mamés marcando tantos goles como en las dieciséis jornadas anteriores.

Fenómenos parecidos no son nuevos y antes lo habían analizado con profusión gente sabia, pero con educación estalinista, donde los asuntos paranormales no existían, y si existieron se les confinaba en algún Gulag, de tal forma que Boskov pudo ponderar sin riesgo: "El fútbol es imprevisible porque todos partidos empiezan cero a cero"; y si alguien dudaba o ponía algún pero, añadía apocalíptico: "el fútbol es así".

Pero estamos en otra honda. Caminamos por la tierra donde Villar pasea la Copa del Mundo de catedral en catedral y de obispo a Papa como si fuera el Santo Grial y además ha nacido un nuevo año cargado de extraños magnetismos. En consecuencia invoquemos un aquelarre. Porque tanta desdicha, tanto desafuero junto es imposible que se repita, más que nada porque pasado mañana viene a San Mamés la ilusionante competición copera, y con ella ese Barça ungido de una voluptuosidad futbolística sublime. Los primeros indicios son esperanzadores. El Barça sudó ayer para doblegar al Levante y terminó pidiendo la hora. Y además el gran Xavi, que ayer igualaba con 549 el récord de partidos de Tarzán Migueli con la azulgrana, reconocía: "Será un partido muy difícil". ¡Tiembla bellaco!