Buenos tiempos para la lírica
El año se acaba con buenas sensaciones, si tenemos en cuenta que el Athletic salió vivo del Camp Nou en la Copa y la selección de Euskadi recobra su hueco futbolístico una vez resuelta la absurda controversia semántica (Euskadi, Euskal Herria) con sentido práctico y útil, sobre todo por parte de Esait, y la proverbial cobardía de los futbolistas profesionales a manifestarse según sus ideas y obrar en consecuencia quedara diluida tras una nota colectiva en la que solicitaron la disputa del partido mostrando su disposición a jugarlo.
El lema sigue siendo el mismo de siempre: reclamar la oficialidad de la selección vasca, con los matices que se quieran, amén de recaudar fondos para el fútbol base.
Tras dos años perdidos en discusiones bizantinas, la sensatez y el sentido común se han impuesto, y además tampoco se le ha ocurrido al presidente de la Comunidad Foral de Nafarroa, Miguel Sanz, alentar como hizo antaño la convocatoria de la selección navarra en estas fechas, más que nada por joder, poniendo de nuevo en un brete a los jugadores navarros elegidos para la de Euskadi, que son siete. También se ha impuesto el sentido común en Miguel Sanz, justo es reconocerlo, pues para ver aquellos desangelados partidos no acudían ni los requetés, naturalmente.
Así que regresa la aparente normalidad, devolviéndole alma, corazón y argumentos a un partido de fútbol que siempre transcurrió con aire festivo y tuvo la facultad de acercar hasta San Mamés a familias que no frecuentan los estadios; a muchísimos niños ilusionados con ver de cerca a sus ídolos, iluminados por los focos, y sintiendo el fragor que alienta una muchedumbre reivindicando sus señas de identidad, o símplemente divirtiéndose con un acontecimiento lúdico, pues en este variopinto país hay, o debería haber, espacios suficientes para compartir en armonía.
Catalunya, con el fastuoso Xavi Hernández o Carles Puyol en sus filas, fue el último rival con el que se midió Euskadi, que contó para aquel encuentro, disputado el 29 de diciembre de 2007, con Aritz Aduriz, autor del gol vasco (1-1) y gran ausente en la presente convocatoria por causa de fuerza mayor, al igual que Fernando Llorente, que también sujetó entonces la misma pancarta, como se puede comprobar en la foto: Euskal Herria Nazio bat selekzio bat; Catalunya una naciò una selecciòn.
Resulta curiosa la actual coyuntura del goleador y figura estelar del Athletic: de baja por lesión como está, el pasado día 21 se encontraba en Madrid asistiendo en directo a un partido de tenis entre Nadal y Federer; al día siguiente acudió en el Vicente Calderón al encuentro benéfico Champions for Africa que tenía previsto jugar y obviamente no disputó; viajó a Rincón de Soto para celebrar la Navidad con su familia, y ayer emprendió rumbo a Tenerife invitado por la organización del XV Torneo BBVA Alevín de fútbol 7, evento que dura varios días. Debe ser, entiendo, que la lesión del crack tiene fácil curación y no requiere demasiada tranquilidad y buenos alimentos. ¿O no?
Se supone, entonces, que el hombre clave del Athletic estará listo para el partido clave que le aguarda a la tropa de Caparrós el próximo 5 de enero, víspera de los Reyes Magos, ilustrísimas Majestades a quienes los gerentes del club rojiblanco imploran con denuedo un milagro, o en su defecto comprensión y clemencia, toda vez que ni ellos mismos, hombres de poca fe, creyeron que el Athletic saliera indemne del coliseo azulgrana y en consecuencia tampoco designaron el partido de vuelta como medio día de ayuda al club.
¿Y Caparrós? ¿Qué hará Caparrós, teniendo en cuenta que su descarada táctica del autobús, también llamada de los murciélagos colgantes, es inadmisible en San Mamés?
Ahí quiero ver al ínclito técnico sevillano, planteando tan sugerente y complicada empresa con criterio adecuado. Hace un año, el Athletic ganó al Real Madrid en la Liga por estas fechas (1-0) y aquella victoria marcó un antes y un después en su singladura futbolística y también en la del entrenador andaluz: entonces afición y jugadores interiorizaron que la época tenebrosa del club quedaba definitivamente enterrada. Pero nacía otro tiempo; tiempo de crecimiento y metas ambiciosas que Caparrós, según se va comprobando con el paso de las jornadas, no parace que esté en condiciones de gestionar.