Aestas alturas de la crisis, es incontestable la idea de querer comprometer a las tres Cajas vascas para darse soporte mutuo en tres cuestiones fundamentales: solvencia, riesgos y liquidez, apelando a la construcción de país. Pero también era incontestable hace un año o dos. Tanto entonces como ahora, la realidad socio-económica exige una responsabilidad al margen de planteamientos electorales. Por ello, no debiera sorprender la idea de una fusión fría de las Cajas vascas, planteada por el presidente de una de ellas, si no fuera porque el firmante y el partido que le apoya negaron toda viabilidad a la idea hace menos de 24 meses.
¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Por qué ahora sí y antes no? ¿Existe alguna razón encubierta para buscar protección en el SIP? Porque no hay que olvidar que estas siglas responden a un Sistema Institucional de Protección. No cabe duda que la fusión de las Cajas vascas es importante. Pero, a día de hoy, viendo lo que acontece en otras entidades similares, así como el endurecimiento de las medidas que pretende el Banco de España para "sobrevivir al peor escenario posible", podría ser que la fusión fría sea un procedimiento de urgencia para quien la solicita.
Si no fuera así, ¿por qué anteponer lo importante (fusión) a lo urgente (salir de la crisis)? Quizás porque, si nos enfrascamos en especulaciones sobre la fusión, olvidemos que las recetas anticrisis de Zapatero y López apenas contentan a sus propios correligionarios. No es una estrategia nueva: frente a un debate de calado, cuando se carece de argumentos para defender unas medidas que crean perplejidad y malestar en la sociedad…, nada mejor que plantear otro debate para desviar la atención y de paso atacar al resto de los mortales acusando de querer "escalar sin más ni más puestos en el ranking del sistema financiero español" o de estar "con los brazos cruzados".
Ahora bien, olvidando esta estrategia de la confusión y volviendo a una posible fusión fría de BBK, Kutxa y Vital, me asalta una duda sobre cómo va a reaccionar el solicitante cuando en aplicación de las condiciones de SIP, un holding común creado ad hoc controle la solvencia y liquidez de la caja que preside. Incluso, si estará dispuesto a que la sede de ese hipotético holding esté en otro Territorio Histórico.
Como comprobarán los lectores, el camino emprendido por Gregorio Rojo, presidente de la Vital, es cuando menos errático. Se alejó de la fusión hace dos años y ahora regresa a la cordura financiera (bienvenido sea el hijo pródigo) como si fuera el adalid de la construcción de país que han negado cuando sólo era un argumento nacionalista.
Dicho de otro modo…, blanco y en botella.