La Navidad, esa época en la que tanto hablamos de unión y generosidad, parece haber perdido su significado más profundo en medio de una oleada de consumo desmedido y celebraciones superficiales. Cada año vemos cómo se adelantan las campañas comerciales y cómo las reuniones y los regalos ocupan el centro de la escena, desplazando valores esenciales como la solidaridad y el cuidado de quienes más lo necesitan.

La verdadera magia de estas fechas no debería medirse en términos de gasto, sino de cercanía y empatía hacia los demás. Hay muchas personas, especialmente en estos tiempos difíciles, para quienes estas fiestas no son sinónimo de alegría, sino de soledad y dificultad. Este sería un buen momento para volver a los valores originales de la Navidad, ayudar a quienes lo necesitan y hacer que todos puedan sentirse parte de la celebración. Recuperemos el sentido solidario de la Navidad, abriendo nuestras puertas y nuestro tiempo a quienes puedan estar pasando por un mal momento. Al fin y al cabo, el mejor regalo que podemos ofrecer es nuestra compañía y apoyo.

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