Aún suenan los ecos digitales sobre la inauguración de lo JJ.OO. Pudo ser tediosa y sorprendente; espectacular y transgresora, pudo ser de todo menos consecuente con los valores que abanderan tanto Francia como los países llamados democráticos. No permitir que Rusia y Bielorrusia participen en estos juegos por motivos bélicos pero dejar que la presencia de EE.UU. e Israel se pasee con total inmunidad, es de una hipocresía supina. Libertad, igualdad y fraternidad, esos principios que han querido resaltar en París, se han quedado obsoletos y denostados por los intereses financieros e imperialistas, empeñados en que las alcantarillas de París sigan siendo teniendo atractivo turístico. Mucha imagen, para ocultar intenciones y negocios. Pan y circo como en la antigua Roma. Nada ha cambiado.
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