“Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar…”. Jorge Manrique, en su Copla 5, dedicada a la muerte de su padre, se refiere a la vida como un camino que recorremos; que dicho río se acaba muy rápido y que conviene aprovecharlo… Ese oro líquido llamado agua, que para muchos países representa vida o muerte, en otros, como el nuestro, apenas se valora. No nos ponemos de acuerdo en lo básico. Los dirigentes no se entienden, quizá porque no se escuchan. He estado en lugares, donde un simple cactus es un milagro nivel Santísima Trinidad. En España, la lluvia es equivalente a otros países europeos, pero la escasez hídrica es mucho mayor. Para justificar la desidia en la construcción de nuevos pantanos que frenen que “los ríos mueran en la mar” nos venden que no llueve lo suficiente, ni los ríos llevan tanta agua... Y entretanto, en Catalunya ya se consume agua desalinizada -un proceso carísimo- o la reutilización de aguas residuales regeneradas para uso agrícola. Un desastre evitable, alimentado, cómo no, por la insolidaridad hídrico/política y el chaparrón electoral de críticas mutuas entre partidos. La escasez de agua también destapa lo más mezquino. Siempre nos quedará la Virgen de la Cueva o Nebulossa, para llorar mares de emoción.