Me llegan por tierra y aire opiniones acerca del Mundial de Catar. La polémica y el debate impregnan las conversaciones en los grupos de amas y aitas a la salida del cole o en las extraescolares. No somos ajenos, pese a la distancia; en casa nos educaron y educamos en la responsabilidad de conseguir una mejor aldea global, desde la empatía y la solidaridad con el más desfavorecido. Pero no puedo dejar a mi hijo de 9 años sin mundial, no lo merece: tiene esa maravillosa edad en la que el fútbol es transversal a todo (ayer rompió con su chica porque ella quería hablar más y él jugar con sus amigos...).