Los que hemos vivido y vibrado con el Mayo del 68, vemos aturdidos hasta dónde puede caer una civilización en poco tiempo. Arde Notre Dame y se quema París bajo las patas de una mala bestia: la ultraderecha más rancia, que en España, la España cañí, ya está aposentada la bestia en Castilla, donde siempre estuvo y estará, alimentada por los señoritos y no tan señoritos del campo y granja. Una vez que llegan al poder, si alguna vez lo abandonaron, lo primero que hacen es cargarse la memoria histórica para que no se sepa lo que hicieron los nazis y fascistas, sus padres. En Francia el gestor del dinero, el liberalismo de Macron, que ha alimentado a los ultras, tiembla porque se lo puede comer de una dentellada; la derecha y el partido socialista desaparecen consumidos por sus propias brasas; y la izquierda, editada en fascículos es incapaz de montar un libro sólido que rompa el fascismo, el nazismo, el liberalismo y ponga las cosas en su sitio. Esta es la verdadera historia que Hegel explicaría si viviera en estos tiempos, Sr. Macron.