El cambio (hablamos del ya manido cambio climático) ha descuadernado a la humanidad. Esto sí que es la cuarta y definitiva guerra mundial. La estupidez del hombre a la máxima potencia se ha revelado contra el cielo y la tierra por defecto y por exceso. Y estos no perdonan. Si insultas a alguien y luego le das un puñetazo y después le cortas la pierna y un brazo y más tarde otra pierna, se defiende como puede. En cuanto pueda te matará. Los brazos y las piernas no se siembran y crecen de nuevo; como mucho las nuevas serán ortopédicas. El descuaderne es total. El libro se ha roto y las hojas y cuadernillos se caen a los charcos, al barro y se los lleva el viento, los huracanes y las mareas. Al precioso incunable de la naturaleza viva y ordenada durante cientos y miles de años le hemos roto los hilos, la urdimbre y el pegamento que sustentan las raíces del relato de la vida, de nuestra pequeña y frágil historia, y nos perderemos en la idiotez de los ignorantes. Llegó la hora de llorar.