Son muchas las veces que “gastamos dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos para impresionar a gente a la que no importamos”. La vida es muy simple pero insistimos en hacerla tremendamente complicada. Es mucho mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar dudas definitivamente. Estamos en una época plaga de déficits de todo tipo, económico, social, cultural y a pesar de ello seguimos clamando bienestar, calidad de vida y un sin fin de cobertura para todas las necesidades que reclamamos. Y en esta escena aparecen los políticos que parece que nos van a dar el oro y el moro, pero se quedan a tres cuartas de sus pretensiones. Lean la prensa y estarán conmigo que aquí en la muy noble y muy leal ciudad de Vitoria-Gasteiz, nos están saliendo ranas algunos políticos municipales. Se adornan y se publicitan con transformaciones de la ciudad, con obras aquí y acuya, con novedades en proyectos de reforma de edificios de uso público; pero todo ello al cabo del tiempo de la propuesta se queda en agua de borrajas y de aquello nada de nada y de esto lo mínimo, el arreglo de un pequeño bache en una acera, el cambio de alguna baldosa en el pavimento y alguna que otra flor o árbol para embellecer la ciudad.