La tragedia de los más de 100 pasajeros del Open Arms, que hemos vivido en directo durante 15 días largos, refleja claramente la inhumanidad a la que estamos llegando.

Sabemos que “no es oro todo lo que reluce” y que seguramente, tanto las ONG como los gobernantes -sobre todo estos- tienen intereses ocultos en este tipo de situaciones. Porque soy idealista, que no es lo mismo que irrealista, pido que nuestros políticos comunitarios se sienten y busquen una solución: la angustiosa situación de refugiados no puede resolverse con buena voluntad sino con medidas de justicia solidaria a nivel internacional.

Europa está tomada por la hipocresía y el egoísmo. La ciudadanía nos autojustificamos con una pátina de indignación y solidaridad pero no los queremos. Protestamos pero hacemos bien poco. Hay un mensaje que circula estos días por las redes sociales: “Cuando entres en el agua del Mediterráneo, piensa que hay personas a las que no les dejan volver a salir”. Efectivamente, como si de un nuevo Auschwitz se tratara el mar cantado por Serrat se ha convertido en una tumba para miles de seres humanos.

Brazos Abiertos? ¿acaso los tenemos para acogerlos?