Cuando un bosque se quema, algo suyo se quema. Asi rezaba un eslogan de campaña de concienciación que ya hace unos cuantos años, nos advertía y prevenía de la importancia de cuidar los bosques y la naturaleza. Han pasado ya unos cuantos lustros de aquel eslogan, pero no parece que los humanos ( algunos en particular) hayan aprendido prácticamente nada, de lo que se trataba de enseñarnos. No solo sigue habiendo “negacionistas” del cambio climatico (algunos poderosos donde los haya pero cuyo coeficiente intelectual y nivel ético en lo referente al más que evidente calentamiento global , van parejo). Ya son demasiados años, uno tras otro (en verano en particular) donde arden miles de hectáreas de bosques y montes cada vez más difíciles de sofocar por la magnitud y complejidad de las dimensiones que adquieren,. Hemos visto dolorosas imágenes, no solo cerca de nosotros, de cómo el fuego devora lo que tantos años y años la naturaleza sabia logró construir, sino que tambien hemos visto como el “pulmón” de planeta (la Amazonía) es quemada y arrasada de la mano interesada del hombre, buscando sus propios beneficios sin escrupulos y arrinconando y desplazando, a la población autóctona allí existente. Es dolor del fuego es el innegable cambio climatico, llámenlo llamémoslo como quieren como queremos, antes de que sea muy tarde.