Al contrario del criterio de la ciudadanía, Pedro Sánchez tiene muchos motivos para rechazar a Unidas Podemos en el nuevo gobierno. Un vicepresidente y varios ministros en el gobierno equivaldría a meter al zorro en el gallinero, pues supondría conocer y tomar decisiones que conciernen a la gobernabilidad del estado vigilados por los enemigos declarados de la España de la Transición. No sólo porque saldrían a la luz asuntos de estado secretos por su naturaleza, sino porque UP conocería los compromisos de los poderes fácticos con el gobierno. Se descubrirían pactos secretos con la Magistratura e informaciones comprometidas con la banca. Supondría poner en conocimiento de un partido de izquierdas las negociaciones entre estados que ocultan intereses secretos y nombres de personajes de la máxima relevancia que pueden ser puestos en circulación en caso de crisis de gobierno. UP tendría información crítica sobre asuntos de estado que maneja el CNI. Por otra parte Sánchez no podría soportar tener en el Consejo de Ministros otro gallo, pues se revolucionaría el gallinero, ya que sabe que Iglesias le derrocaría fácilmente en caso de crisis de gobierno con la información que dispondría el de UP sobre asuntos en los que están concernidas personalidades conocidas del establishment quedando a expensas del baile que marque su enemigo: brillante, excelente polemista, desmesuradamente ambicioso como para llevar ante los tribunales a los que se han enriquecido en la Transición. Es el fantasma de Pablo que en sueños se aparece a Sánchez por lo que no quiere ver ministros de UP ni en pintura en el Consejo de Ministros. Aunque siempre cabe esperar la intervención milagrosa de Felipe VI como lo fue la de Juan Carlos I en el 23 F.