El secreto a voces de lo que pasaría si Trump y Musk rompían se materializa. Los egos de dos personalidades autocráticas, sin más principio ético que el interés propio son lo que ya eran antes. Que se tiren los trastos a la cabeza da gustirrinín; lo que revela, es terrorífico. La última de Musk contra Trump es asociarle con los archivos del pederasta Jeffrey Epstein. Si el presidente está relacionado y Musk lo sabía cuando le impulsó con su dinero a la Casa Blanca, ¿qué más renuncia ética y delictiva estará dispuesto a consentir? Y, si no lo está, ¿cuántas mentiras más están dispuestos algunos a agitar para su ventaja?