IXAKA Atutxa tenía 23 años cuando estalló la guerra. Fue un buen gudari que acabó como muchos, en la cárcel. De allí a cortar árboles y a ser miembro de la Brigada Gernika que combatió contra los alemanes en Point de Grave en 1945. Decepcionado tras la traición aliada y sin poder rehacer su vida en Galdakao, acaba en Venezuela haciendo de todo, incluso regentando una carnicería. Juega a los Caballos (el 5 y 6), gana miles de bolívares que los dilapida en bebida y compañías femeninas. Casi en la calle, solo y con 53 años, Jokin Inza, le llama y ante su lamentable estado, le propone ser el guardián de una emisora clandestina que se iba a instalar a 60 kilómetros de Caracas en los Valles del Tuy. “No vas a tener vacaciones, vas a trabajar sin salir de Macuto y vas a estar solo –le dice Inza–, pero para tu satisfacción, todos los días vas a disparar contra el franquismo a través de las ondas. ¿Qué nos dices?”. “Que soy del Jagi y que lo mío es disparar y si el cura del pueblo tiene novia, quitársela. Solo te pido un perro para poder hablar con él y que una vez a la semana me vengáis a visitar para jugar al mus y me traigáis revistas con señoritas”. “¿Tienes hijos?” –le pregunta Inza–. “Que yo sepa, no”. “Hecho”, cierra así el trato con aquel Robinson.

Clandestina

El Gordo Jokin Inza, un gigantón de Bergara, sabía que no se podía montar una emisora trasmitiendo en onda corta sin un guardián en las instalaciones como Ixaka. Era imposible sin aquella fuerza de la naturaleza. Tenía encargo del jefe de la Resistencia, Joseba Rezola, de tratar de montar una emisora clandestina a 8.000 kms de Euzkadi, habida cuenta del cierre por parte de Francia, de la emisora que funcionaba cerca de Baiona. Mitterrand la había clausurado así como desalojado al lehendakari Aguirre de la Delegación de la Av. Marceau. “Si nos cierran la puerta, entraremos por la ventana”, le dijo el lehendakari Aguirre en París a aquel hombre curtido en la Resistencia y que había inaugurado la cárcel de Martutene. Su madre había fallecido por un bombazo disparado desde Elgeta en abril 1937. Rudo, sabiendo justo, justo leer y escribir, logró dirigir con su “autocritas” y su perspicacia un Grupo, el de EGI de Caracas compuesto de voluntarios donde además había ingenieros, arquitectos, médicos, abogados y profesionales de todo tipo que siempre lo consideraron su Jefe. Era El Gordo. El “precio Inza” era decir que no te iba a pagar nada por lo que hacías o te encargaba y para sufragar todo aquello, monta un sistema de quinielas en los bares del barrio de la Candelaria donde chiquiteaban todo tipo de gente que seguían la Liga española de fútbol. La Cita, el Basque, el Dena Ona, el Gernika… y todos aquellos chiquiteros comprando quinielas cuyos beneficios utilizaba el Gordo para pagar la gasolina, un jeep, tres sueldos, el alquiler del terreno y el piso en Caracas así como la propaganda que se hacía en Venezuela dirigida al Interior, como la revista Gudari. De ahí surge EGI como Euzko Gaztedi del Interior.

Alberto Elosegui era un abogado donostiarra comprometido. Encarcelado, ha de marchar a Venezuela donde comienza a trabajar en la revista Momento junto a Gabriel García Márquez, Plinio Apuleyo Mendoza y la diagramadora Karmele Leizaola. Con su seudónimo Paul de Garat y también Pablo Romero, se constituye en el cerebro de la propaganda vasca en el exterior durante el franquismo. Traduce al castellano el libro de George Steer, promueve la película Los Hijos de Gernika, edita Gudari y saca tiempo para llevar adelante un programa diario de editoriales y noticias en Radio Euzkadi, a la que bautiza La Txalupa para despistar y dar a entender que estaba en un pesquero en el Golfo de Bizkaia. Una radio clandestina con una emisión de media hora diaria, repitiendo el programa tres veces y bajo la apelación en inglés, francés, castellano y euskera como “La Voz de la Resistencia Vasca”. Nos solía recordar una consigna vietnamita. “Si no tienes la fuerza tienes que tener la leyenda de la fuerza”.

Los permisos para montar aquel tinglado secreto los consigue Iñaki Zubizarreta. Nacido en Getxo llega con diez años con su familia exiliada a Venezuela. Estudia arquitectura y contacta con un joven del partido socialdemócrata clandestino Acción Democrática. Su amigo fue encarcelado y torturado por la dictadura de Pérez Jiménez. Termina su carrera con honores en la Universidad de Carolina del Norte. Vuelve a Caracas donde trabaja en el ministerio de Educación y conoce a Reinaldo Leandro Mora que llega a ser ministro de Educación y posteriormente ministro del Interior en el gobierno del adeco Raúl Leoni. Zubizarreta fue a pedirle permiso para montar La Txalupa, cosa que el ministro le niega porque Venezuela mantenía relaciones diplomáticas con España pero la amistad prevaleció y tras preguntarle si estaban locos, le autoriza la quijotada, pidiendo el máximo secreto, algo que se cumplió a rajatabla. El franquismo ponía una interferencia terrible pero aquello se burlaba. Iñaki se casó con Maite Leizaola, quien promovió una gran iniciativa como la Ikastola en el Centro Vasco, algo insólito y exitoso, nunca hecho en ningún Centro Vasco de la diáspora a ese nivel. Maite venía semanalmente a los estudios de Caracas a grabar en euskera y en castellano las emisiones. También Julene Urcelay, la famosa oradora jelkide de los intensos ojos azules de tiempos de la República, elegante y de gran señorío.

Tuvimos en esos trece años varios pisos donde se grababan las emisiones. Uno en el edificio Sierra, en plena Avda. El Libertador, que tenía apartamentos dedicados a la vida alegre con lo que los curas vascos que acudían a grabarnos programas habían de entrar con gafas negras y a uno de ellos le reclamaron su doble vida. Se nos quemó, y a mí me sacaron con una grúa del tercer piso y tras aquello nos fuimos al edificio Pacairigüa, del constructor y txistulari Julián Atxurra, hombre generoso que nos cedió aquel apartamento así como a su hombre de los recados, el andino Miguel Briceño, que era quien llevaba todos los días el Talo (la cinta) a Santa Lucía (Macuto) donde estaba Ixaka Atutxa con sus trasmisores Pedro y Pablo. Las cuentas, las llevaba Félix Aranguren que vive en Donostia.

Técnicamente, aquella radio la había montado José Joaquín Azurza, ingeniero electrónico donostiarra que había interrumpido las emisiones de radio San Sebastián el día de Aberri Eguna y un domingo de regatas en 1947 y al ser perseguido acabó en Venezuela trabajando en la petrolera Shell. Con una inteligencia prodigiosa, sabía hasta ruso, fue quien le compró en una subasta a la Shell los transmisores, Pedro y Pablo, que la compañía utilizaba para contactar con las refinerías en las Antillas holandesas. Con Kepa Lekue, Jon Mikel Olabarrieta, Jon Gómez, Iñaki Elgezabal construyeron una antena en forma de rombo altísima que permitía a las ondas en tres saltos y tras chocar en el Atlántico, llegar de lleno a Euzkadi. Al lugar donde estaba Ixaka con sus transmisores, una caseta con techo de uralita, una nevera, una cocina y un catre le pusieron en la talanquera (puerta) un cartel: “Sondeos Ionosféricos”. Nadie sabía qué hacían pero parecía importante su cometido.

Xabier Leizaola era sobrino del lehendakari. No he conocido persona más poética, dulce, buena gente. Lo hacía todo, estaba en todo y su delicado encargo era el de ser bombero y apagar cualquier enfado entre personas de Grupo tan peculiar. Volvió a Donostia y acabó siendo presidente de Editorial Iparraguirre, editora de este periódico. Decía que él, como toda su familia editora, no tenía sangre en las venas, sino tinta de periódico. Hacía de locutor junto a Pello Irujo, Ricardo Libano, Iñaki Aretxabaleta, Guillermo Ramos, José Ignacio Zuazo, Garbiñe Urresti a la que llamábamos cariñosamente Golda Meier, Paul Agirre, y varios más que no desentonarían hoy con los mejores locutores de la actual Radio Euzkadi, radio sucesora de aquella aventura. Jesús Gallastegi, que ha sido pianista del ballet de Nueva York, se ocupaba de todo lo musical y Bingen Amezaga, médico, de atender a Ixaka tras sus locuras, lo mismo que Domeka Etxearte, José Abasolo, Mirentxu Solabarrieta e Iñaki Erkoreka, en la logística de aquel entramado.

Estuve al frente de aquel tinglado cinco años, cuando Alberto Elosegui tuvo que instalarse con su familia en Londres. Un domingo en el Centro Vasco de Caracas, Zubizarreta me dijo si quería trabajar para Euzkadi. Le dije que sí, abandoné la carrera de economía por otra, y mantuve el secreto total ante mi familia. Ese secreto lo ha querido romper mi hermano Koldo, quien habiendo dejado el mundo audiovisual, le ha dado por escribir y lo hace muy bien. Ya va por el cuarto libro. Este lo ha hecho con especial cariño contando el secreto de toda la historia y poniendo como protagonista en cada capítulo las reflexiones del gudari de la selva, Ixaka Atutxa.

El libro se presentó el jueves 30 de junio en la sede de EITB en Bilbao. Maite Goñi, directora de Audio y Digital de Radio Euzkadi, en sus palabras recordó todas las radios Euzkadi habidas. La de Bilbao en 1936, la de Barcelona en 1937, la de Bayona en 1946, la de Venezuela en 1965 y la actual. Estuvo muy amable y cariñosa. Contrastó su disposición y su presencia con la ausencia del director general Andoni Aldekoa que ante un acto en el que había más de treinta personas, protagonistas o familiares de aquel servicio a la causa de la libertad, de una historia tan digna y hermosa de una radio clandestina al servicio del gobierno vasco en el exilio, no hiciera acto de presencia. Quizás, no se ha debido enterar de la campaña Entzunez eraiki. Escucha Activa. Y es que vino hasta Alberto Elosegui, una de nuestras glorias, quien a sus 95 años, con su hijo Unai, llegó desde Donostia y agradeció la acogida, tras años de dedicación sin recibir nunca nada a cambio, lo mismo que Asier Libano que llegó desde Salamanca. Una lástima. En la actual Radio Euzkadi debería haber una placa reconociendo a las cuatro radios anteriores, cerradas por la persecución. Eso lo hacen las sociedades maduras.

Fue una historia secreta la de La Txalupa que ya no lo es. Si quiere conocerla y ver la calidad humana de gente idealista trabajando como hormigas y en secreto, este verano le espera Clandestina. l

* Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)