A semana del aniversario del fin de la violencia de ETA resultó ser el desfile Otegi-Rodríguez por las verdes praderas de la paz. Arrancaron con una declaración pomposa para, después, modular según tocara día par o impar. Una arrancada de caballo andaluz, lustrosa y positiva -según describió algún jeltzale-, para acabar frenando como un burro manchego contra los escaños de Gasteiz. Decepcionante. Ha sido la semana fantástica del camaleón y el capullo-mariposa. Un tratado de zoología donde, entre burros y gaviotas, nos toman por idiotas.