E ponemos apellidos a la brutalidad para visibilizarla. Se entiende que un asesinato machista o uno homófobo o racista se califican como tales porque sirven para aflorar y verbalizar la existencia de la intolerancia, el matonismo y el abuso no porque sean fenómenos que solo se orienten hacia colectivos concretos sino porque personalizarlo debería servirnos para empatizar más con la víctima. Aunque corremos el riesgo de pensar que la exaltación de la agresividad animal tiene marcos específicos. No es así. Esta cultura de la violencia desborda canales. Es una inundación.